Arcan, condenado a 75 años de cárcel por asesinar a un abogado en Pozuelo
Los jueces imputan 10 delitos al moldavo y absuelven a uno de los reos
Ya hay sentencia contra Pietro Arcan. La Sección Séptima de la Audiencia de Madrid ha impuesto a este ciudadano de origen moldavo un total de 75 años de cárcel por el asesinato, la noche del 19 al 20 de junio de 2001, del abogado Arturo Castillo, en Pozuelo de Alarcón. Según la sentencia, hecha pública ayer, Arcan asesinó al letrado, intentó matar a su esposa y además agredió a las dos hijas del matrimonio en el marco de unos hechos que conmocionaron España por su grado de sevicia. El móvil del modalvo, que hoy tiene 26 años, fue un robo en el chalé de Castillo.
La Audiencia imputa a Arcan diez horribles delitos -asesinato, intentos de asesinato, lesiones, tenencia de armas, homicidio intentado...- y lo condena a indemnizar a las víctimas con 600.000 euros (100 millones de pesetas).
Los psicólogos le definen como un psicópata insensible al dolor ajeno
Además del moldavo, en el juicio se sentaron como acusados otras tres personas, un rumano, Daniel Popa, y dos españoles, Julio Rodríguez y Manuel España. Popa, considerado un supuesto colaborador de Arcan, ha sido absuelto. Popa no intervino en los hechos, a pesar de que fue quien puso en contacto a Arcan (un psicópata con un amplio historial delictivo que había hecho del robo su profesión y que se dedicaba a vender a bajo precio lo robado, fundamentalmente teléfonos móviles) con los otros dos acusados: Manuel España y Julio Rodríguez, que sí han sido condenados. El tribunal les condena a dos años y seis meses y a cuatro años de prisión, respectivamente, como cooperadores necesarios de Arcan en los delitos de robo y allanamiento de morada.
La sentencia, de la que ha sido ponente el magistrado Juan Francisco Martel, considera probado que, sobre las 3.45 del 20 de junio de 2001, Arcan trepó por las ventanas con rejas del chalé del abogado hasta el ático de la casa y que se introdujo en ella por una puerta que estaba abierta. Allí dormían a esa hora Castillo, su esposa y las dos hijas del matrimonio, de 17 y 15 años. Arcan descendió hasta el dormitorio del matrimonio. Al oír los pasos, el abogado se despertó y se topó con un hombre despiadado que le encañonó con un revólver marca Colt.Al tratar de incorporarse de la cama con el revólver encañonándole, Castillo levantó instintivamente la palma de la mano. No tuvo tiempo para reaccionar. Arcan le descerrajó un disparó. El proyectil atravesó la mano y penetró en el hemitórax izquierdo del abogado. Además del pecho y la mano, le perforó el estómago y la zona renal. Seguidamente, según declara probado el tribunal, Arcan disparó en la zona de la pelvis a María Ángeles Sierra, esposa del fallecido. La mujer quedó semiinconsciente. Arcan notó que Castillo aún respiraba y volvió a cebarse con él: con el puño de un machete de 31 centímetros que portaba, comenzó a golpearle fuerte en la frente. Le hundió la región occipital y le asestó una cuchillada cerca del corazón que finalmente acabó con la vida de Castillo.
Para cerciorarse de que ambos estaban muertos, Arcan encendió la luz del dormitorio. Ella, que quedó boca abajo tras el disparo, se hizo la muerta y logró engañar a Arcan, que siguió su criminal periplo dentro del chalé. Entonces se encaminó al dormitorio donde dormían las dos hijas del matrimonio, a las que agredió tras exigirles que le dijeran el lugar donde su padre guardaba el dinero. Las hijas, menores de edad, muy asustadas, comentaron que lo ignoraban. Una de ellas abrió un armario y le entregó sus ahorros, 114 euros. Luego las encerró en un armario empotrado. Además de las 114 euros, Arcan sustrajo un teléfono móvil y varias joyas. Los jueces explican en la sentencia que mientras Arcan se hallaba con las dos hermanas, Ángeles Sierra recobró la consciencia y logró telefonear para pedir ayuda al servicio de urgencias 112.
Al chalé acudieron una patrulla del Cuerpo Nacional de Policía y otra de la Policía Municipal de Pozuelo. Eran las 4.45 de la madrugada. Al notar la presencia policial, Arcan huyó de la casa, en la que estuvo una hora.
Uno de los agentes le vio saltar la valla del chalé y le dio el alto, pero el moldavo siguió corriendo y atravesó un descampado cercano, seguido por el policía, y se metió en una zona de obras de construcción. Antes de llegar a las obras, Arcan sacó de la mochila que portaba su revólver y disparó contra el agente, quien estaba a unos diez metros detrás de él y logró esquivar el impacto. El agente efectuó "tres o cuatro detonaciones intimidatorias al aire". El policía se salvó milagrosamente de la muerte, dada la proximidad con que Arcan hizo sus disparos. El tribunal considera acreditado que en su huida el moldavo disparó con la clara intención de acabar con su vida. No obstante, el moldavo logró zafarse del agente tras haber disparado toda su munición.
Un fuerte dispositivo policial se desplegó por la zona y logró capturarle sobre las 6.45, cuando Arcan cruzaba el puente que atraviesa la carretera de A Coruña, cerca de la gasolinera Concorde. Aunque trató de engañar a los policías dándoles un nombre falso, Arcan llevaba encima el móvil y las joyas robadas en casa del fallecido Castillo. Al ver a los agentes intentó ocultar en un pilar de la gasolinera la chaqueta del chandal manchada con sangre del abogado.
El tribunal sostiene que Arcan no actuó solo. Afirma que fue trasladado en un coche a las inmediaciones de la casa de Arturo Castillo, en el número 117 de la calle Arquitecto, en Pozuelo, por los también acusados Julio Rodríguez y Manuel España. Y que todo fue un "plan preconcebido" por los tres con la finalidad de que Arcan robase en la casa y luego repartirse el botín. La idea era que estos dos acusados le esperasen tras el robo, "pero por circunstancias no aclaradas", según la sentencia, Rodríguez y España se marcharon del lugar y acudieron luego, sobre las 6.30, a recogerle a la gasolinera. Ambos se presentaron en el surtidor, pero no vieron a Arcan (la policía le había detenido ya) y se marcharon. España y Rodríguez fueron detenidos dos meses después de los hechos, tras analizar la policía el cruce de llamadas habidas esa noche entre los tres.
Durante el juicio, que se celebró entre el 18 y el 26 de junio, el fiscal solicitó para Arcan los 75 años de prisión a los que ha sido condenado, mientras que la acusación particular reclamó 80 años para el moldavo. El procesado se encuentra recluido en situación preventiva en la prisión de Soto del Real desde que ocurrieron los hechos.
En el juicio, el abogado de la defensa pidió que se atenuase la pena a Arcan debido a que sufre una alteración de la personalidad. Los informes psicólogicos le definen como un psicópata carente de escrúpulos e insensible ante el dolor ajeno. Los informes advierten, además, del peligro social que supone Arcan si en el futuro sale de la cárcel. En el juicio, los peritos indicaron que la psicopatía, hoy por hoy, no tiene cura. El tribunal no ha aplicado ninguna atenuante a la conducta de Arcan, pues, aun tratándose de un psicópata, distingue perfectamente entre el bien y el mal.
Los jueces de la Audiencia le han impuesto la misma pena que solicitaba el fiscal (75 años de cárcel), si bien el máximo que cumplirá este reo son 25 años. El tribunal cree que hay sobradas pruebas sobre su implicación en el crimen, así como de la colaboración de los otros dos acusados en parte de los hechos.
La esposa de Castillo contó en el juicio que Arcan primero disparó a su marido y luego a ella, y que en un momento determinado se hizo la muerta. Sin poder moverse, notó que Arcan se estaba cebando con su marido, que aún respiraba tras recibir el disparo, y que le oyó decir: "Hijo de puta, muérete".
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