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Reportaje:

Evasión virtual

Reclusos de la cárcel de Fontcalent aprenden nociones básicas de informática merced a un programa de Bancaixa

"La cárcel es la cárcel", afirma, sin ambages, un interno del centro penitenciario Fontcalent. Pero también hay ratos en que a veces es menos cárcel. Uno de esos lapsos de tiempo es cuando los presos, pegados a las pantallas de sus ordenadores, recrean su futuro, alejado de los funcionarios, de las celdas y de las rejas, que los separan de la realidad exterior. Son conscientes de la oportunidad que supone aprender las herramientas básicas de la informática para poder iniciar la llamada "nueva vida", a la que todos aspiran una vez fuera de prisión.

En ese proyecto está volcada la Fundación Bancaixa, que en enero pasado puso en marcha el Aula de Informática de Fontcalent. En sus primeros seis meses han sido 85 los reclusos que han pasado por esta clase, "llegando a ser la actividad más demandada en el Centro", comentó el vicepresidente de la Fundación, José Vicente Torres.

Los once ordenadores ofrecidos al centro penitenciario permiten acercar las nueva tecnologías "a los más necesitados", añadió. El vicepresidente de la Fundación calificó de éxito esta iniciativa que también se lleva a cabo desde 2000 en el centro de Picassent (Valencia).

Sacha, originario de Alemania, es uno de los dos reclusos que ejerce de monitor de informática para el resto de compañeros. "Fue seleccionado por sus amplios conocimientos en informática, aunque no tiene ningún tipo de titulación que acredite estudios", apuntó el monitor externo, Francisco Jiménez.

Sacha aclara que hacerse cargo de la clase "es para mí una satisfacción" y una forma de "ser útil entre estas paredes; me gusta", zanja. Este servicio computa para acogerse a beneficios penitenciarios y sirve para que el reo alemán reciba una prestación económica. Pero no es dinero lo que buscan:"Es una forma de salir de la rutina, hacer algo útil y sentirnos más próximos a la libertad", comenta Rubén Darío Céspedes. Su compañero Jorge Rodríguez apunta al futuro: "La informática lo mueve todo, ya se sabe. Yo no tenía ni idea. ¿Qué hago ahora? Estoy trabajando con Acces para crear bases de datos", señala. "Estoy convencido de que me será útil", augura.

Los reclusos, divididos en tres clases, reciben las nociones básicas del sistema operativo Windows, Word, Excel, Acces e incluso de Power Point. El curso básico dura un mes y medio, pero pueden acceder a los ordenadores para continuar practicando. Ahora mismo hay una gran demanda que obliga a establecer una lista de espera que llega a las 500 personas. El aula recibe la asistencia de unos 100 reclusos diarios.

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El director del centro, Jaime Hernández, señaló que "en teoría" todos los reclusos pueden ser alumnos del Aula de Informática. No obstante, recordó que Fontcalent cuenta con un porcentaje del 80% de presos preventivos, "que están aquí algo menos de 20 días y no tiene sentido que los matriculemos en un curso de mes y medio".

Isabel Merino, que tiene abierto en su pantalla un programa para aprender mecanografía con el ordenador, fue la primera que responde a las preguntas de los periodistas. "Hace falta más horas", comienza reivindicando. "Y más ordenadores", continúa. "En el centro hay muchas actividades ofertadas por la dirección, pero ésta es la que más me gusta", explica. "Estoy convencida de que el mañana será de la informática y saber cómo funciona te puede abrir muchas puertas". Es eso lo que buscan, una pantalla que les muestre un futuro mejor, libre de errores pasados.

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