Diversión más allá de los Juegos
En los Mundiales de Policías y Bomberos no sólo se ganan medallas; hay tiempo para el ocio y para intercambiar placas
Hay una trastienda del ocio tras la competición que todos los desafíos deportivos encierran. Los X Juegos de Policías y Bomberos que hasta el domingo se celebran en Barcelona no son una excepción. Junto al Village, en el pabellón número siete del recinto ferial de Montjuïc, funcionan a diario diversos submundos.
Carpas que promocionan el Fòrum 2004, hileras de sillas y mesas donde los atletas se inscriben, un pequeño rastro para coleccionistas y un restaurante. Paralelamente, para no descuidar la vocación espiritual de los participantes, un centro de asistencia religiosa donde clérigos musulmanes entregan el testigo a rabinos que a su vez ceden su puesto a budistas e hindúes. Ayer por la tarde se ofició en la catedral barcelonesa una misa multiconfesional en honor a los agentes y bomberos fallecidos durante las labores de rescate que sucedieron a los atentados del 11 de septiembre en Nueva York.
Coleccionismo
Frente a un antiguo camión de bomberos que a veces descarga su sirena, en la parte más baja del séptimo pabellón, José David Rodríguez, policía local de Rubí (Vallès Occidental), reordena distraído placas de cuerpos policiales de todo el mundo. Pertenece a la Asociación Internacional de Policías Coleccionistas y sobre su mesa forrada de tela verde sólo cabe el trueque. Intercambia cascos, uniformes, acreditaciones policiales y hasta transmisores.
"Se trata de guardar un recuerdo del tipo con el que haces el trato. No me parece ética una relación mercantil entre policías", explica José David. Gasta una media de 10 horas en el rastrillo, donde otros 25 coleccionistas rotan cada día para ocupar el pequeño muestrario. "Lo hago porque es mi afición. Consigo entablar amistad con gente de otros países que después te pasa información de cómo funcionan sus comisarías", añade. José David muestra un álbum de fotos de su casa museo en Rubí. Es un auténtico forofo de la estética policial. "¿Lo más cotizado? El casco de un bobby [policía del Reino Unido], sin duda", responde. El coleccionismo no impide recurrir a otras opciones lúdicas. La organización de los juegos lo tiene presente. Hoy organiza un concurso de bailes de salón. Varios escalones por encima de la fuente de Montjuïc se ha instalado un escenario para conciertos. En las horas muertas, un pinchadiscos colorea con música el aburrimiento.
Ocio aparte, los atletas inscritos en las pruebas se toman la competición muy en serio. Una de ellas es la norteamericana Cinda Brooks, de 43 años, que el sábado se hizo con el oro en la prueba individual de biatlón -que combina tiro con pistola y carrera campo a través- por sexta vez consecutiva en estos juegos. Pero no es la única medalla que ha conseguido en lo poco que llevamos de mundiales. También obtuvo la primera posición en la competición de biatlón de equipos mixtos y el domingo se hizo con el bronce en la carrera de campo a través. Brooks, que estudió Enfermería y ahora trabaja en el cuerpo de guardas del Departamento Forestal de Tejas (Estados Unidos), es sin duda una de las estrellas de estos mundiales.
Mohammed y Ahmed, de 22 y 21 años respectivamente, llegaron el domingo de Arabia Saudí, donde trabajan como policías. Al contrario de la veterana Brooks, ellos no han participado en ningún mundial de policías y bomberos, pero vienen dispuestos a hacerse con una medalla en el salto de longitud. Mientras ellos recogían su acreditación, en el exterior, dos bomberos de la Generalitat del Berguedà, Josep y Jordi, inmortalizaban su paso por los mundiales fotografiándose con las torres venecianas de la plaza de Espanya de fondo. Es la primera, y según ellos, la última vez que participan en estos juegos y lo harán en la competición de fútbol sala. Ayer por la mañana se tenían que estrenar ante el equipo madrileño, pero sus rivales no se presentaron. En este evento deportivo hay de todo, quienes se lo toman más en serio y quienes vienen a pasar un buen rato.
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