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Columna
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En este fin de temporada se presentan en Bilbao tres interesantes exposiciones de arte y una más aún que podía añadirse si no fuera porque resulta incompleta en su mayor parte.

Fernando Sinaga (Zaragoza, 1951) despliega en la galería Vanguardia un temario sumamente imaginativo. Para dar pie a ese despliegue el artista recurre a un sinnúmero de materiales -aluminio, nylon, latón, cobre mármol, escayola, zinc, polietileno y otros -, al punto de convertir su muestra en un ámbito de gozosos objetos de múltiple variedad. En algunas obras está presente la influencia minimalista de Donald Judd, que equivale a la necesidad de presentar los objetos formados a partir del espacio que les rodea.

Imanol Marrodán (Bilbao, 1964) ha preferido dejar que sean los espectadores quienes creen instantes imaginativos, a través de las obras de listas horizontales que muestra en la galería Catálogo General. Listas cuyas variaciones dependen del color dominante y, sobre todo y más esencial, de las variaciones de los tonos lumínicos. Otro punto a tener en cuenta es la ausencia de corporeidad de estas obras, que lleva al espectador a querer tocar casi compulsivamente las superficies. Nada más cerciorarse de esa incorporeidad -y quedarse únicamente con la neutralidad de un frío brillo- al espectador sólo le queda el recurso de lo imaginario y su consiguiente "vuelo", lo que no es poco.

La bilbaína Ana Isabel Román sigue conforme a sus principios forjados hace unos años. Esto es, que los puntos básicos en cuanto a su arte respondan a necesidades domésticas. Y así ha creado unos personajes que ella toma como ayudantes para poder resolver sus múltiples ocupaciones personales inherentes a su vida cotidiana.

Los ayudantes provienen de esquematizaciones que se han hecho de máquinas imaginarias. Un émbolo puede convertirse en un brazo, una cadena en una cabeza, dos manos juntas a lo mejor en una sola palanca. Las comparaciones o las derivaciones son numerosas. Sin duda, Francis Picabia y Marcel Duchamp son los que han coadyuvado para empujar tan juguetona como sinuosamente a Ana Isabel hacia un mundo mecánico-anatómico-simbólico. Esto pasa en la muestra suya del Espacio Marzana.

De los diez componentes que conforman la exposición colectiva, en torno a la especialidad de collages, son tres los que mejor han entendido qué papel debe tomar la fotografía como fuente única de creación. Ellos son Josune García-Falces, José Ángel Leyva y José Blanco. Destacan los dos primeros, ya que han dejado en Catálogo General (planta baja) una breve pero excelente y sahumada atmósfera surrealista.

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