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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

A mayor gloria del Tour

El Tour del centenario ha tenido un desarrollo y un final tan apoteósicos que es difícil no preguntarse si todo ello no ha respondido a un designio superior, lo cual, aun siendo inimaginable, no sería tan extraño porque estamos hablando de un deporte que hunde sus raíces en el humus de las leyendas épicas y la mitología. El Tour del centenario ha sido el de la reconciliación con el ciclismo de una sociedad que observaba escamada y recelosa la deriva de este deporte hacia prácticas secretas que más tenían que ver con la química y los procedimientos de ciencia ficción que con la competición deportiva abierta y emocionante que hace soñar a la afición.

Paralela a la igualdad deportiva, la emoción y el suspense que han guiado la prueba, el Tour ha vivido la recuperación de su lado festivo, la recuperación afectiva de las cunetas, superpobladas y coloridas al paso del pelotón, por los aficionados que han peregrinado desde todos los países del mundo. En España, los índices televisivos han recuperado e incluso superado el nivel alcanzado durante los años de Indurain. Y a mayor gloria del Tour y de quienes buscan un sentido trascendente o poético al deporte, la edición del centenario ha coronado pentacampeón a Lance Armstrong, quien abre así la puerta de la leyenda y penetra en el panteón donde moran los grandes campeones: Jacques Anquetil, Eddy Merckx, Bernard Hinault y Miguel Indurain.

Todos estos aspectos positivos, sin embargo, no deberían esconder otra terrible constatación. El Tour es un fenómeno extraordinario, cada vez más televisivo, que ha crecido desmesuradamente, vampirizando el resto del ciclismo. Mientras la grande boucle es un negocio floreciente cortejado por las grandes multinacionales -Nestlé, Coca-Cola, Fiat...-, que no dudan en utilizarlo como vehículo publicitario, el resto de las pruebas languidecen o se transforman en meros productos de consumo interno. Y en España, el país que más corredores ha aportado al Tour del centenario, se anuncian cierres de equipos y retiradas de patrocinadores históricos. Es una muestra más de la lógica económico-espectacular que guía el futuro del deporte.

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