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Reportaje:OBRA CLAVE PARA MADRID

Operación a corazón abierto en el kilómetro cero

La 'macroestación' ferroviaria que Fomento hará en la Puerta del Sol colapsará el centro de Madrid durante cuatro años

Madrid tiene serios problemas de circulación. Sus venas y arterias rozan el colapso y los órganos vitales ya no funcionan a pleno rendimiento. Diagnóstico espinoso: hay que implantar un catéter en el corazón de España, la Puerta del Sol. La operación es de alto riesgo y las dudas afloran: ¿Es viable una macroestación de tren en pleno kilómetro cero?

El Ministerio de Fomento considera que sí, que hay que desatascar el tráfico ferroviario que recorre la ciudad, y para ello se ha embarcado en un proyecto tan ambicioso como arriesgado. Durante cuatro años el centro de Madrid será testigo de una obra faraónica, que pretende unir la terminal de Atocha (al sur de la capital) con la de Chamartín (en el norte). Esto supone la construcción de un nuevo túnel por debajo de la ciudad, con una macroestación en la Puerta del Sol, el órgano vital por excelencia de Madrid.

El nuevo túnel es más estrecho de lo permitido por la normativa de Renfe
El Gobierno reconoce que 16 edificios de la zona corren riesgo de sufrir fisuras
Medio Ambiente eximió de la declaración de impacto al proyecto de Fomento
La oposición asegura que la 'macroestación' llevará el colapso al centro de la capital

Semejante intervención quirúrgica ha requerido de un chequeo previo por parte de la Dirección General de Ferrocarriles, dependiente de Fomento, que dio la voz de alarma en octubre de 2000. Los técnicos se dieron cuenta de que la estación de Atocha estaba colapsada. Por sus raíles pasan cada día 560 trenes, 500 de ellos de cercanías, 40 de grandes líneas y 20 regionales; en total, más de 300.000 pasajeros circulando cada 24 horas por sus andenes.

Surgió entonces la idea de crear un nuevo túnel que llevara los trenes al centro de la ciudad.

En la actualidad, ya existe uno que cruza la capital para unir Atocha y Chamartín. La II República empezó a construirlo en 1933 y el Gobierno franquista lo terminó en 1967. De ahí que los madrileños lo bautizaran como el túnel de la risa. La Administración considera que este túnel no es suficiente para el flujo de viajeros que soporta Madrid, por lo que se propuso la construcción de otro nuevo con una estación intermedia en la Puerta del Sol.

La idea de la estación Sol-Gran Vía se tradujo en un proyecto de 25 tomos y un presupuesto de 80 millones de euros, adjudicado a las empresas FCC y Contratas y Ventas con un plazo de 47 meses para su ejecución. La nueva estación tendrá 240 metros de andenes y contará con conexiones con las estaciones de metro de Sol y Gran Vía (líneas 1, 2, 3 y 5).

El pasado 9 de julio dieron comienzo oficialmente las obras. El alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón, y el ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos, posaron sonrientes ante las cámaras. Pero esa sonrisa aún está lejos de encarnarse en un nuevo túnel y en la macroestación de Sol.

A la operación le han crecido los enanos desde el mismo momento de su concepción. La memoria resumen del proyecto -elaborada por las ingenierías Sener y Eurocontrol a petición de Fomento- revela los peligros de acometer una construcción de tales características.

El mayor riesgo es una cuestión de tamaño. Los túneles de la nueva estación, según el informe, medirán 8,43 metros de diámetro. Una normativa de Renfe, vigente desde 1985, impone un mínimo de 9 metros. Es decir, las galerías son demasiado estrechas e incumplen las normas.

Ese tope tampoco es suficiente para los expertos consultados. Aseguran que los túneles deberían construirse a semejanza de los últimos diseñados en Gijón y Barcelona, todos con 9,6 metros, para facilitar el mantenimiento y la evacuación.

Los primeros trabajos para preparar el terreno empezarán en septiembre. Luego, una gigantesca lombriz empezará a agujerear el subsuelo madrileño. La tuneladora, del tipo TDM (con un diámetro de excavación de 9,38 metros) puede generar al máximo de su capacidad unos 4.000 metros cúbicos de tierra diarios.

Los planes de Fomento pasan por comenzar a excavar en la zona de Atocha, atestada diariamente por 100.000 vehículos. Para sacar las toneladas de escombros que se desalojarán cada día se necesitarían 400 camiones. La oposición y los expertos auguran un fenomenal colapso circulatorio si estos planes salen adelante.

Hay más. Los trabajos harán que el subsuelo se mueva y esto puede causar daños en los cimientos de los edificios. Los expertos, y la propia memoria del proyecto, alertan de la posible aparición de fisuras en las casas. El informe de Fomento califica a 16 inmuebles como "sensibles" a la aparición de grietas. La mayoría de ellos tienen más de un siglo de antigüedad, vigas de madera y muros de ladrillo. Las posibles fisuras no amenazan la estructura de los bloques, pero sí que podrían "causar alarma social", como se admite en dicha memoria. Los vecinos de los viviendas afectadas se muestran preocupados ante lo que pudiera suceder en casas que en algunos casos superan los 400 años.

En una de estas viviendas, incrustada en plena Puerta del Sol, vive Medardo Pérez. Presume de habitar en uno de los edificios más antiguos de la ciudad, cuatro siglos de antigüedad, "más antiguo que la Casa de Correos (sede de la Comunidad de Madrid)". Aunque la memoria de Fomento alerta del riesgo, él no tiene miedo a que la cimentación resulte dañada.

Medardo Pérez considera que la rehabilitación del inmueble llevada a cabo en los años sesenta resultará suficiente, aunque no entiende cómo, si su casa corre algún tipo de riesgo, no se le ha avisado antes. Uno de los anexos del proyecto señala que "se ha detectado un número importante de edificios que presentan daños con mayor riesgo estructural".

Para evitar eventuales perjuicios, el ministerio recubrirá el subsuelo inyectando cemento desde cuatro pozos abiertos en la zona. Fomento insiste en que no hay motivos para la alarma. Las inyecciones, dicen, lo curan todo.

Está claro que la epidermis de la ciudad pasará un mal trago en la operación. Pero lo peor corre por las entrañas, en las arterias subterráneas. Ahí el riesgo del colapso queda más patente que en ningún otro sitio.

La memoria destaca el complicado emplazamiento de las obras: "Estando la zona en la que se inscribe el proyecto situada en pleno centro de Madrid, se detecta una intrincada red de servicios a viviendas y comercios, a la que hay que añadir la presencia de tres líneas y dos estaciones de metro". Por esta razón, el informe concluye que "resulta inevitable que el capítulo de desvíos y reposición de servicios cobre gran importancia en el desarrollo de la actuación".

El entramado de galerías y túneles bajo la Puerta del Sol y Gran Vía tendrá que hacer hueco a la nueva vena aorta de la ciudad. Eso significa que el servicio de metro se verá seriamente afectado. La estación de Gran Vía permanecerá cerrada durante 30 meses. Las dos líneas que hacen parada en ella, la 1 y la 5, pasarán de largo, e incluso durante un mes la línea 1 estará cortada. Los viajeros tendrán que tomar un autobús gratutito para recorrer el trayecto interrumpido.

Además del metro, un sinfín de cables y tuberías atraviesan el subsuelo madrileño. La memoria del proyecto sostiene que el servicio más afectado será el de abastecimiento de agua.

Por el subsuelo de la calle de la Montera -bajo cuyos números pares circula la mayor parte de la obra- discurren dos tipos de galerías de servicios: las que son propiedad del Canal de Isabel II y las que son del Ayuntamiento. "Ambas galerías de servicios se ven afectadas por los recintos de ocupación de las dos zonas anteriormente citadas, resultando su reposición la más costosa y complicada de las proyectadas".

El Gobierno central ya se ha puesto en contacto con las entidades que podrían resultar perjudicadas. Por el momento, Unión Fenosa e Iberdrola -dos de las afectadas- están examinando las repercusiones que tendrán los trabajos sobre su cableado, según fuentes de las dos empresas. Ambas manifiestan su disposición a desviar los servicios, pero con una consigna unánime: "Que pague el Gobierno".

Más obstáculos. Bajo Sol, hay agua. Dos acuíferos duermen en el subsuelo. Uno de ellos, localizado en la Puerta del Sol, tiene un profundidad de unos cuatro metros. El otro es más profundo y está situado en la zona de Gran Vía. Su parte más alta está a 14 metros, y la más profunda, a 17. Estas dos bolsas de agua pueden proceder, según los expertos, de dos afluentes que servían para rellenar el foso del antiguo Alcázar, sede de la corte de los Austrias, en la actual plaza de Oriente.

El nuevo túnel ferroviario carece de declaración de impacto ambiental. El Ministerio de Medio Ambiente eximió a la nueva conexión de este requisito el 27 de junio de 2002 por considerar que sus efectos medioambientales no eran "significativos". En cambio, la oposición y los ecologistas aseguran que la obra exige un estudio medioambiental dada su duración (47 meses), su ubicación (el centro histórico de la ciudad) y las molestias que causará a miles de ciudadanos.

"Nos van a hacer la pascua". Es lo más moderado que son capaces de decir los comerciantes de la zona de la Puerta del Sol. Ocho negocios de la estación de metro serán expropiados por las obras y sus trabajadores ingresarán en las filas del paro. "Tengo 28 años y ahora me va a ser muy difícil encontrar un nuevo curro con las mismas condiciones. Nosotros le damos vida a esta estación; a partir de ahora, será una línea más", se lamenta una empleada de una tienda de bisutería. "Todo esto va a cambiar. Hasta los chorizos se quedarán sin trabajo".

Tampoco tendrán mucha suerte los comerciantes de la zona. Salvador del Moral, dueño de una papelería, asegura que el flujo turístico se va a cortar radicalmente. "Es nuestra muerte. El dinero que perdamos no lo vamos a recuperar hasta dentro de mucho tiempo". El mismo cabreo lleva a Pablo de Miguel, presidente de una asociación de afectados, a hacerse una pregunta: "¿Cómo los políticos no han dicho nada de esto durante la campaña electoral?".

Es la pregunta del millón. Tras los comicios, la noticia del proyecto saltó como si hubiese estado guardada en un cajón. Luego, la información ha estado marcada por el secretismo oficial y los rumores ante la envergadura de las obras. "¿Dónde van a poner el centro comercial?", preguntaba un ciudadano hace días a este periódico.

Para resolver estas dudas y tranquilizar a los ciudadanos el Ayuntamiento ha creado recientemente una comisión en la que representantes de Fomento y del Consistorio informarán a los vecinos y comerciantes de la zona del estado en el que se encuentran las obras. Otra comisión, de carácter técnico, estudia la forma de paliar las molestias y de ofrecer alternativas al proyecto. La última es llevar también los trenes de cercanías a una estación en Alonso Martínez (por donde pasan tres líneas de metro), a 22 minutos a pie de la Puerta del Sol. Según el Ayuntamiento, esto eliminaría el posible colapso de la estación de Sol.

Eso es lo que la portavoz de Izquierda Unida en el Ayuntamiento, Inés Sabanés, cree que sucederá: un enorme embotellamiento en la Puerta del Sol. "Lo que se va a hacer es trasladar los problemas de Atocha y llevarlos al centro de Madrid", explica. Sabanés hace sus cálculos: "El nuevo túnel permitirá en hora punta el paso de 48 trenes por hora, lo que significa un potencial de 96.000 viajeros. Suponiendo que sólo la mitad de ellos se baje en la nueva estación de Sol-Gran Vía para hacer transbordo al metro, los andenes se llenarían con 48.000 personas más. Las líneas actuales no son capaces de absorber esa cantidad de viajeros. Habría que remodelarlas".

Hace un año, el Consorcio de Transportes de la Comunidad de Madrid alertó a Fomento de la posibilidad de que la estación de Sol "reventara" por un exceso de pasajeros. El ministerio desoyó las advertencias.

Madrid gira alrededor de Sol. Y el ritmo es rápido y coordinado. Hay tiendas, luego hay turistas, y si hay turistas hay carteristas. Todos siguen el caos organizado que el tiempo ha ido estableciendo. Para los de fuera, la Puerta del Sol es también su reloj, por el que millones de españoles siguen las últimas campanadas para despedir el año. El ministerio no ha tardado en prometer que las Navidades de 2003 no sufrirán las consecuencias de las obras: "No habrá ni una sola valla durante las fiestas". Nadie asegura que eso mismo vaya a ocurrir en los de los años siguientes.

Si, definitivamente, Fomento lleva a cabo su proyecto, sin ningún tipo de modificación, puede que el año que viene las uvas se le atraganten a más de uno.

Vista de la Puerta del Sol, donde el Ministerio de Fomento tiene previsto construir la <i>macroestación</i> subterránea.
Vista de la Puerta del Sol, donde el Ministerio de Fomento tiene previsto construir la macroestación subterránea.LUIS MAGÁN

La primera gran batalla de la 'era Gallardón'

Es un proyecto heredado, y ni siquiera partió del Ayuntamiento. Sin embargo, la estación de Sol ha despertado la beligerancia de la oposición al nuevo alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón. A ella se unen las salvas lanzadas por los vecinos de Centro, que ignoran todavía las consecuencias de las obras en la zona.

Ante este panorama, Ruiz-Gallardón se dispone a capear su primer gran temporal. Un informe elaborado por técnicos del Ayuntamiento, en el que se critican algunos puntos del proyecto, podría ser la arista visible de un desencuentro larvado entre el alcalde de la capital y el ministro de Fomento, Francisco Álvarez-Cascos.

Fueron los comerciantes de la calle de la Montera -que parte desde la Puerta del Sol y bajo la cual se instalarán los andenes de la estación- quienes alzaron primero la voz. No en vano, los negocios de esta calle serán de los más afectados por la construcción.

La nueva estación de Sol-Gran Vía supondrá la expropiación definitiva de ocho locales que la empresa Metro tiene cedidos. Además, 31 negocios verán sus accesos obstaculizados por vallas y muros de contención. Fomento asegura que indemnizará a todos los comercios afectados.

"El gobierno municipal anterior concedió la licencia sin pedir informe y el nuevo, con Ruiz-Gallardón a la cabeza, aún no ha abierto la boca", declaró en fechas recientes la portavoz socialista en el Consistorio, Trinidad Jiménez.

Inés Sabanés, representante del grupo municipal de IU, coincide con las palabras de Jiménez y va más allá: "La responsabilidad ante el ciudadano de lo que pasa en Madrid es del Ayuntamiento, por mucho que sea una obra de Fomento. Pero este gobierno municipal no piensa, no interviene, no exige. En cualquier otra ciudad, esta desidia y pasividad le costaría a Ruiz-Gallardón la alcaldía".

Entre los vecinos y los comerciantes de la zona el descontento es generalizado. Y hay una palabra en todas las bocas: secretismo.

"Si verdaderamente Ruiz-Gallardón está contra la obra, que lo diga y quede constancia de ello. Queremos ver a un alcalde que lucha por nuestros derechos", comenta Martín, un vecino de la Puerta del Sol. Su casa, como otros 15 inmuebles, está calificada como "sensible" a la aparición de fisuras.

María Vega, otra de las afectadas de la calle de la Montera, expresa sus temores: "Nadie nos ha dicho nada, pero supongo que, llegado el caso, tendríamos que protestar".

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