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AL VOLANTE | PRUEBA
Columna
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Estabilidad y comodidad

El Serie 5 sigue la línea vanguardista del Serie 7, pero permite un manejo más sencillo de los accesorios desde el mando circular situado en el apoyabrazos. Los demás mandos también se han reposicionado (cambio, freno de mano...) para facilitar el uso. Así, la conducción es más fácil y no exige aprendizaje.

Excelencia en turbodiésel

Más información
Tecnologías al servicio de la deportividad

Este coche estrena la última evolución del motor 3.0 turbodiésel de BMW. Monta el raíl común de segunda generación, que inyecta el gasóleo en cuatro fases a 1.600 bares para lograr una combustión más suave y eficiente. Y, aparte de aumentar un 12% la potencia (218 CV) y otro 22% el par (fuerza de empuje), tiene un tacto tan refinado que hace difícil notar que es un diésel, tanto desde el interior como desde el exterior.

Con esta base y un cambio manual de seis marchas muy bien escalonadas, el 530d ofrece unas prestaciones impresionantes: 245 km/h. y 7,1 segundos de 0 a 100 km/h. Y con semejantes cifras devora los kilómetros en silencio con el máximo confort. Los únicos aspectos mejorables son la falta de elasticidad por debajo de 1.500 vueltas -exige reducir a menudo en ciudad y en los adelantamientos a baja velocidad-, y un accionamiento del cambio lento y con unos recorridos de palanca largos e impropios de la deportividad BMW (es mejor el cambio automático secuencial opcional). Pero a partir de 1.700 vueltas empuja con un poderío sorprendente y se estira hasta casi 5.000 enlazando las marchas en un suspiro.

Los consumos son correctos para lo que corre, aunque algo altos para un turbodiésel: 8 litros en conducción tranquila y entre 10 y 11 en ciudad y a ritmos rápidos.

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Confortable y eficaz

El compromiso entre estabilidad y confort es impecable, al menos en la unidad de pruebas, que incluía los últimos avances opcionales: dirección activa y estabilizadoras electrónicas. Pero la base de partida es ya muy buena, con una aerodinámica eficiente y un reparto de pesos perfecto.

El resultado hace honor al lema de BMW y convierte la conducción en un placer. La precisión de los mandos, la docilidad al obedecer al conductor y la sensación de seguridad que dan las ayudas electrónicas -ABS y control de estabilidad DSC- hacen disfrutar. A pesar de sus medidas, no resulta aparatoso en ciudad, y con la dirección activa las maniobras son un juego. Pero sus virtudes se aprecian mejor en carretera, ya sea en zonas viradas o rápidas: las suspensiones absorben tan bien que parece que no hay baches. Impresiona su manejabilidad y ligereza en las curvas porque no balancea ni acusa las inercias, y tiene una agilidad sorprendente para su tamaño: se conduce con dos dedos, circula con mucho aplomo a alta velocidad y los frenos paran el peso con mordiente y sin desequilibrios.

El Serie 5 es una de las berlinas con un comportamiento dinámico más brillante, eficaz y seguro.

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