"Aquí no hay criterios profesionales para gestionar museos"
Quizá la mejor manera de juzgar el trabajo de Fernando Francés (Torrelavega, 1961) sea la de examinar sus apasionados juicios sobre el mundo del arte. Desde que el pasado mes de octubre fue nombrado director del Centro de Arte Contemporáneo (CAC) de Málaga, no ha hecho más que intentar convencer a propios y extraños de que el grado de duplicidad en su representación como empresario y responsable de la programación y adquisiciones de un centro de arte es altamente rentable: "Lo que falta en nuestra gestión artística es un criterio profesional. Y muchas veces para que ese criterio alcance objetivos positivos ha de tener una estructura fuerte detrás, estructura que en muchos casos se consigue creando una empresa".
"No habrá cuotas para artistas locales. Prefiero que se beneficien de las visitas a Málaga de importantes coleccionistas"
Su currículo es de pesadilla, inabarcable. Francés es el inspector Gadget del arte contemporáneo. De su gabardina salen las fórmulas para agilizar la gestión de los museos, desde el servicio de limpieza hasta la mensajería. O por lo menos eso es lo que promete. Hiperactivo, como él mismo se define, estudió Magisterio, fue profesor de Educación Física, durante quince años comisario de más noventa exposiciones por toda España, es editor de la revista Arte y Parte, crítico, asesor de compras (Coca-Cola, Ferrovial, L'Oreal, Ayuntamiento de Pamplona, Caixa Galicia), organizó la comunicación de la Fundación la Caixa" fuera de Cataluña hasta 1995... y hoy es un gran empresario. Quien quiera averiguar el secreto del éxito de Francés no tiene más que abrir su página web (www.gestion-cultural.com).
El CAC de Málaga fue inaugurado el pasado 17 de febrero y su programación se basa en el modelo alemán de Kuntshaus. El edificio, un antiguo mercado de mayoristas, es obra del racionalista Gutiérrez Soto, con 2.400 metros destinados a exposiciones. Con un presupuesto anual de 2.404.000 euros y sólo 32.000 euros para compra de obra o fondo bibliográfico, entre sus proyectos figuran los trabajos de Alex Katz, Richter, Hanna Collins, Tracy Emin... "Son artistas que me ayudarán a contar la historia del arte de los últimos treinta años. En los cinco años que dirigiré el CAC, haré exposiciones de artistas inéditos en España. No habrá cuotas para los artistas locales, prefiero que se beneficien de que importantes directores de museo y coleccionistas que vengan a Málaga visiten sus estudios", afirma.
PREGUNTA. ¿Se puede ser arte y parte en el mundo del arte? Su ejemplo como director del CAC es el de un hombre que se ha convertido en la propia institución.
RESPUESTA. Las bases que había impuesto el Ayuntamiento de Málaga eran draconianas, y Gestión Cultural era la única que tenía la infraestructura para hacerlo. Yo creo que si te mueves en el ámbito de los contenidos puedes hacer lo que quieras. Criticar lo que yo hago es como decir que si un arquitecto hace edificios no puede tener su propia constructora. O que Ana Belén, que es cantante, no puede tener su productora. La única frontera infranqueable es el mercado. La independencia la da la moral. Además, si quisiera ganar dinero, no tendría una revista de arte.
P. No me diga que el mundo de la construcción tiene que ver con el mundo de la cultura.
R. ¿Por qué no? Hay tabúes que tengo totalmente superados, como creer que el mundo de la cultura tiene que estar blindado al resto de la sociedad. La cultura es un derecho, como la sanidad o la educación. En el mundo del arte todo lo que suena a empresa está desprestigiado.
P. ¿Dónde pone sus límites?
R. Por ejemplo, si fuera free lance, no haría veinticinco comisariados a la vez, sería imposible. Pero es que detrás de mí hay unas metodologías que hacen que el tiempo dé de sí el cuádruple, tengo documentalistas que durante ocho horas están metiendo datos en el ordenador. Yo con un euro hago más que otros con la misma cantidad.
P. Dice que su modelo es prácticamente idéntico al alemán, al holandés. Pero en estos países los directores de los museos están sometidos a un control rigurosísimo de incompatibilidades.
R. En Alemania y Holanda funcionan así. Todos conocemos a un importante director de una colección en Colonia que tiene un holding privado de empresas que edita, que tiene librería, que hace comisariados, que asesora proyectos de colecciones públicas... y nadie le critica.
P. Usted se refiere a Walter König, persona con un prestigio fuera de dudas, hermano del director de la Fundación Ludwig.
R. De cualquier forma, creo que el modelo que hemos creado de empresa de gestión le da solvencia a un determinado tipo de compañías. Y cómo no, a la propia Administración
P. ¿Y si le ofrecen dirigir otro museo?
R. No lo aceptaría, porque materialmente no tengo tiempo. Pero sí le interesaría a Gestión Cultural, que puede contratar a otro director para dirigir otro museo. Me consta que hay cuatro o cinco ciudades españolas que han pedido a Málaga el modelo para sus centros artísticos.
P. Permítame la indiscreción. ¿Qué sueldo se ha puesto?
R. Diez millones de pesetas. Usted misma puede verlo [diez millones, más el alquiler de la vivienda, se lee en el contrato]. ¿Sabe cuánto me cuesta un mes de este centro? Treinta y dos millones de pesetas. A la Administración le costaría el doble.
P. ¿Cómo ve el actual mapa de los museos en España?
R. En España están naciendo museos como setas, como hace diez años con los teatros y auditorios y hace quince con las universidades. Dudo que vayan a conseguir un gran nivel, incluso se están implantando sistemas de co-participación en las exposiciones. Yo no estoy en esta órbita. Un proyecto debe tener sus señas de identidad, es la única forma de que tenga validez un proyecto. De todas maneras, admiro el ejemplo de Salamanca, también el Macba. Y un caso muy cercano, el Museo Picasso de Málaga.
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