La australiana de Lavapiés
La mariposista Felicity Gálvez, de padre madrileño, vivió en España ocho años, pero no comenzó a nadar hasta que regresó a Sidney a los 11
"Sí, del barrio de Lavapiés". Es una respuesta que Felicity Gálvez, de 18 años, repite ya de memoria estos días. Es la única componente del equipo australiano de natación, los delfines, que tiene genes españoles. Su padre nació en Madrid y ella mantiene familia en la capital española. "Varios tíos y tías y a mis abuelos". Sin embargo, les ve poco. "Probablemente me visiten el domingo", afirma. Gálvez acabó séptima ayer en la final de los 200 mariposa, justo por delante de la española Roser Vives.
No es todavía una estrella, pero los técnicos australianos confían mucho en ella. "Mi objetivo prioritario es clasificarme para los Juegos de Atenas", asegura. Tras haber logrado una plaza para participar en los Mundiales de Barcelona, Gálvez ha roto una barrera. Hasta ahora, su carrera se había desarrollado en Australia o en los campeonatos del Pacífico. Sin embargo, cuando esta temporada los australianos realizaron su selección para los Mundiales, Felicity Gálvez colocó la primera muesca importante en su palmarés: ganó de forma sorprendente la prueba de los 200 metros mariposa de los Campeonatos Australianos y se adjudicó una plaza en el equipo.
"Ian Thorpe es muy agradable; siempre nos motiva y nos da ánimos antes de competir"
"La ilusión fue doble, porque me clasifiqué por primera vez para unos Mundiales y, por otra parte, en Barcelona. Así que estoy nadando en un país que también considero un poco el mío", asegura. "Y, además, he cumplido mi objetivo de entrar en la final". Los padres de Felicity Gálvez se conocieron en la Universidad de Melbourne y se casaron. Allí nació ella. Pero a los dos años, la familia se trasladó a Madrid por exigencias laborales. Su padre trabajaba entonces en una empresa de cemento que quería implantarse en España. No regresaron a Australia hasta que Felicity tenía ya 11 años.
Pasó en Madrid ocho años y medio. Pero, al margen de la relación que mantiene con su familia más directa, no recuerda aquella época. "Nada", dice. "No conservo amigas, ni tengo vivencias grabadas". Pisó una piscina por primera vez en España... porque hacía calor. "Al regresar a Australia ingresé en el equipo de la escuela, obtuve algunos buenos resultados y decidí dedicarme en serio a la natación", agrega. Compitió con éxito en su etapa junior y entró en la órbita de la Federación Australiana. "Los éxitos", asegura, "no llegan por inercia. Si nuestra natación está a un nivel tan alto es porque detrás hay mucho trabajo y dedicación. No somos un país como Estados Unidos. Necesitamos trabajar el doble para estar a su mismo nivel. Hay otros países que también lo hacen, pero nosotros tenemos a dos talentos del nivel de Ian Thorpe y de Grant Hackett que nos motivan a todos y nos incentivan a mejorar".
Gálvez se levanta cada día a las 4,45 de la madrugada para ir a entrenarse. "Por eso el domingo por la mañana me lo paso durmiendo", afirma. Como el resto del equipo, realiza 10 sesiones semanales: dos horas por la mañana y otras dos por la tarde. Y en su tiempo libre cursa estudios de informática en la Universidad. Conoce a Ian Thorpe, la estrella de la natación mundial. "Es muy agradable. Siempre nos motiva y nos da ánimos antes de competir". En cambio, no sabe casi nada de la natación española. "Conozco a Jivanevkaia. Es muy buena. Y esta semana competí con Roser Vives, que también entró en la final".
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