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Crítica:FERIA DE SANTANDER
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La necesidad pudo a lo rosa

Nuevo lleno en el coso santanderino. Los corrillos prefestejos lo asociaban a la presencia del más rosa del escalafón, Jesulín. El populismo colorista que antaño irradiaba el de Ubrique en los tendidos se ha quedado en aguas de borrajas. A Dios gracias.

La entrega de un torerito navarro que quiere ser algo en la profesión, si le dejan, le robó por méritos las ovaciones de la tarde. La necesidad en esta ocasión pudo con lo rosa.

Francisco Marco a la postre el triunfador de la tarde, tras un alegre y movido saludo capotero, dejó crudo en varas a su primero. Proporcionaría con ello emoción a su faena. A la buena presentación de los engaños le sucedieron suertes mal rematadas. La bisoñez por falta de rodaje reflejaba una muleta sin mando. El corazón, que no la cabeza, le dejó en varias ocasiones a merced de su enemigo. Entregó lo que tenía. Torero en algunos pasajes, perdido en otros. Pero quiso. Algunas veces pudo. En el que cerró festejo se estrelló ante la falta de fuerzas de su oponente.

Alcurrucén / Ubrique, Caballero, Marco

Toros de Alcurrucén, blandos y nobles. Jesulín de Ubrique: estocada delantera (silencio); estocada caída y atravesada (silencio). Manuel Caballero: estocada contraria (silencio); pinchazo y media estocada (ovación y saludos). Francisco Marco: pinchazo y estocada (oreja); bajonazo (vuelta al ruedo). Víctor García resultó cogido al parear al 3º. Quedó ingresado. Plaza de toros de Santander, 23 de julio. 5ª de feria. Lleno.

Jesulín de Ubrique en el que abrió espectáculo ejerció de enfermero templado. Enfermero porque el borreguillo precisaba de mimos urgentes para no derrumbarse. Templado porque al más mínimo tirón se hubiera venido abajo. Para qué le hacen falta a la Fiesta toros si hay maestros enfermeros templados. En su segundo dejó entrever que ni queriendo calienta los tendidos. Pesado, aburrió. Escuchó protestas.

Manuel Caballero, en su primero, dejó vislumbrar una disposición que dio a entender que el sector se encontraba en huelga de celo. A él le debió corresponder los servicios mínimos. Se arrimó a la pala del pitón con su trasteo soso, vulgar y precavido. En el que fue su segundo y acabada la reclamación laboral, brindó a la concurrencia. Faena con más cuento que mérito. Las ventajas son cuentos.

El tostón de la tarde, como es habitual, fue magníficamente amenizado por la orquesta tocalotodo.

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