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Reportaje:

El lugar de la alegría

La casa-museo de Blas Infante se abrirá al público el 15 de septiembre en Coria del Río

Es la una de la madrugada del día 11 de agosto de 1936 cuando una descarga de fusiles rompe el silencio. Blas Infante muere con 51 años, fusilado por una cuadrilla de falangistas en el kilómetro cuatro de la carretera de Carmona. Una radio marrón es la descabellada prueba incriminatoria con la que le acusaron de contactar con Moscú. Un simple transistor se convierte por la ignorancia de los falangistas en un transmisor. Antes, el día 2 de agosto, Infante (Casares, Málaga 1885-Carmona, Sevilla, 1936) fue detenido en su casa de Coria del Río (Sevilla). Su esposa, Angustias, escribe en su diario: "se lo llevaron junto con el aparato de radio y el altavoz. Los aparatos volvieron, pero él, no".

A partir del próximo 15 de septiembre su última residencia, que bautizó como Santa Alegría, podrá ser visitada de forma gratuita, según adelantó ayer el consejero de Relaciones Institucionales, Juan Ortega. Presidente de la Fundación Centro de Estudios Andaluces (responsable del legado del "padre de la patria andaluza"), Ortega espera que entre septiembre y diciembre acudan 10.000 personas a visitarla. De martes a viernes se organizarán visitas concertadas, y los fines de semana para el resto del público. La visita será subvencionada para que acudan todos los estudiantes andaluces de Secundaria. También se podrá visitar una carpa, donde se proyectará un documental sobre su vida, y se edificará un Centro de Recepción del Visitante -con un coste de 1,5 millones de euros- que se empezará a construir a partir de octubre y estará ultimado el próximo verano. Se rescatará el proyecto de jardín botánico de Infante, en el que se pretenden recoger las especies más representativas de Andalucía en los 40.000 metros cuadrados de la finca, y se creará un centro de investigación de humanidades. En total, el proyecto costará 3,66 millones de euros.

En la visita a la casa del notario que ideó las bases del andalucismo se puede contemplar la simbología que creó. La bandera original, que se utilizó en 1918 en la Asamblea de Ronda, el piano con el que se compuso el himno, y el primer esbozo del escudo. Las paredes están a la entrada y en su despacho profesional cubiertas de yeserías labradas con arabesco y palabras en árabe. En una de ellas se lee: Dar Al Farah (casa de la alegría); en otra cercana se escribe: "soberanía permanente para Al-Ándalus".

También se encuentra allí una silla del político decimonónico Emilio Castelar con la que le pagaron un pleito. Se pueden admirar zócalos y cenefas decoradas con azulejos, columnas y frisos clásicos, así como los frescos del comedor, que representan la leyenda de los enamorados de Antequera. Pero ante todo, se atisba el lado íntimo de Infante, lejos de la estampa de héroe romántico a la que muchas veces se le ha reducido. Allí construyo el autor de Ideal Andaluz su pequeño paraíso y pudo escribir un día en una lámpara "estoy contento" en árabe. No sólo conocía este idioma, sino, según Joaquín Auriales, vicepresidente de la fundación, otros 10 más, como lo demuestra su biblioteca, con multitud de gramáticas, y volúmenes de los temas más diversos. Allí está también su radio. Su último grito ante el argumento de plomo de los asesinos fue "¡Viva Andalucía Libre!". Infante murió como vivió, con Andalucía en los labios.

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