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Columna
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'Tele-rehenes'

Hay mucha gente que es incapaz de vivir sin un televisor encendido. Ni siquiera cuando está de viaje. Hace años yo tenía el mismo vicio cuando visitaba un lugar exótico. Pero ya, gracias al satélite, te puedes enterar, sin salir de casa, cómo son las teles que se ven por esos mundos.

Hay gente que sufre un extraño morbo: nada más llegar a Andalucía, sintoniza Canal Sur. Con las calores, aumenta la frecuencia de visitas de amigos y viejos colegas que pasan por mi casa. No es nada raro que, durante el encuentro, se interesen por esa tele que los dirigentes del PSOE-A llaman -en su caso, con bastante razón- la nuestra.

La pregunta más frecuente es por qué la tele andaluza es tan casposa, ordinaria y parece dirigida a una audiencia semi-analfabeta que necesitaría justamente lo contrario. La gente ve lo que ve porque no tiene otra cosa: si le ponen basura se aficionará a la basura, pero, cuando hay calidad, lo agradece. No olvidemos que Cuéntame, Los Simpsons o Siete vidas son programas de mucho éxito en las tres principales cadenas españolas.

Mi respuesta en estos casos es siempre la misma: no tengo ni idea de por qué Canal Sur es como es. Puede que la haya ocupado una secta secreta de horteras o puede que sea producto de una política embrutecedora que trate de extirpar los últimos residuos de espíritu crítico que le quedan a la audiencia. Personalmente, suelo decirles a mis visitantes, tiendo a pensar que es una manifestación más de desidia.

Hace unos cuatro años, Chaves asistía en Málaga a un almuerzo. Alguien le preguntó: "¿Qué opinión tiene de Canal Sur?". Chaves no fue nada original. Se encogió de hombros y copió la respuesta que Felipe González dio en una ocasión similar cuando le preguntaban por TVE: "No sé, no la veo". Aterra pensar qué podría haber dicho, siguiendo la misma lógica, si alguien le hubiera pedido su opinión sobre el SAS: "No tengo opinión. Afortunadamente gozo de muy buena salud".

Ya nadie pide coherencia entre lo que Zapatero dice que hará con la radiotelevisión pública, si gana, y lo que sus correligionarios hacen en Andalucía. ¿Para qué? ¿Qué razón hay para creer que Zapatero cumplirá sus promesas? Sería el primer jefe de Gobierno que lo hiciera.

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Peor aún. Zapatero ha terminado haciendo suyas las tesis de Chaves -o de Zarrías, no se sabe bien-, que el presidente andaluz repetía en la última de sus entrevistas publicada en estas páginas: la única solución pasa "por un pacto entre el PSOE y el PP que afecte al conjunto de las televisiones públicas en este país". Es decir, lo que, según la entrevistadora, Lourdes Lucio, Zarrías define como un "desarme unilateral".

Durante el siglo XX, la socialdemocracia ha ido ganando terrenos de libertad para la ciudadanía. También en la televisión: es modélica la legislación elaborada en Francia, hace más de veinte años, tras la victoria de Mitterrand. Aquí, sin embargo, lo que se hace es usar a los ciudadanos como rehenes. Es como si se les dijera: "Tragaréis telebasura y manipulación hasta que el PP no firme un pacto".

En esas estamos. Lo mismo lo de Tony Blair no es una peculiaridad, sino el inicio de una plaga.

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