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Columna
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¡Que nos espían!

¡Jo, papá cree que nos espían! Dice que el espionaje de antes era cosa de Son Coneri, que era un tío que hacía de Yeims Bon, pero que ahora el espionaje consiste en mirarte lo que llevas en el ordenador, e interceptarte los meils, y que, como seguramente le están espiando, preferiría que le pusiesen delante a Úrsula Andrius con el bikini y entonces sí que les proporcionaría toda la información. Claro que, según papá, Son Coneri nunca tuvo que utilizar ordenador, él se limitaba a salvar a las chicas y besarlas, aunque yo prefiera al Increíble Julk.

El caso es que papá dice que incluso hay un programa espía que busca mensajes sospechosos por aquello del terrorismo, y los almacena en un inmenso hangar como el que sale en Expediente X. A mi hermano pequeño y a mí nos encantan esas historias, porque pueden ser de verdad, y le dijimos a papá que, para hacer la prueba, escribiese en un mensaje: "Esta noche tiramos una bomba fétida", pero papá no nos hizo caso.

La verdad es que tenía razón, pero mi hermano empezó a sugerir bobadas, como que escribiese: "Tonto el que lo lea", y esas cosas, y papá le contestó que, por desgracia, la palabra "tonto" no estaba en la lista de palabras peligrosas. Y eso que a nosotros nos llamó "tontos" cuando jugamos a Super Mario a escondidas en su ordenador, y hubo que llevar el ordenador a arreglar, y papá se puso tan furioso que por poco nos quedamos sin los tebeos de los domingos.

Mamá le aconsejó a papá que lo mejor que podía hacer era instalar un cortafuegos -un simple sófuar, según ella- para evitar que la gente le espiase. Dijo que era una buena protección. Él contestó que donde hubiese un cortafuegos siempre habría alguna manera de burlarlo, y entonces mamá le preguntó si él se consideraba tan importante como para que alguien le espiase hasta tal punto. Por supuesto que no, dijo papá, pero después añadió que la seguridad por Internet es un gran negocio, porque todo el mundo espía a todo el mundo.

¡Según él, no se sabe si son las propias empresas de seguridad las que espían para que luego la gente utilice sus sistemas de contraespionaje! ¡Es guay! ¡Como en una película de Son Coneri! Lo malo es que claro, seguramente Son Coneri estará gordo después de pasar tantas horas sentado frente al ordenador, y ya no se podrá ligar a tantas chicas y besarlas, y ya no será tan divertido, porque, al fin y al cabo, ¿qué clase de espía es un espía que no besa a las chicas? Se supone que lo mejor de un espía es eso. ¡Jo, espiar por ordenador debe de ser una cosa muy triste!

Mi hermano, que está envidioso porque de mayor voy a ser criador de ornitorrincos, dice que él, de mayor, quiere ser espía, y que va a empezar a practicar desde ahora. Le he preguntado: "¿Y a quién vas a espiar? ¿Al gato?". Él me ha contestado que no, que me va a espiar a mí, que va a seguir todos mis pasos durante este verano: cada jarrón roto, cada mancha en mi ropa, cada escapada nocturna al jardín. Y lo peor de todo: que tiene licencia para chivarse.

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