La nueva esperanza latina

Los organismos e inversores internacionales ya no tiemblan al oír el nombre de Lula da Silva. El presidente de Brasil, que llegará mañana a España en una visita de dos días, lleva seis meses en el poder y ya ha conseguido cumplir, e incluso superar en algunos casos, las exigencias establecidas junto al FMI. Hay una que se le atraganta: la inflación. El Gobierno espera una tasa este año de entre un 11% o un 12%, y la inflación acumulada durante estos seis meses está en el 6,64%.

A pesar de que Lula genera esperanza, los indicadores económicos han empeorado. Todas las proyecciones indican que la economía brasileña crecerá este año, a lo sumo, un 1,5%. El paro medio en los seis mayores centros metropolitanos alcanza un 10%, y la producción industrial y el consumo han caído. "Ambiente económico lento y desalentador" es el análisis del empresariado brasileño.

Con este panorama, Lula tiene complicado cumplir su promesa de crear 2,5 millones de empleos este año. El presidente, en todo caso, ha pedido un poco más de paciencia. Pronto, ha dicho, "se abrirán las cortinas para el gran espectáculo del crecimiento" de la economía brasileña, que supone el 50% de la latinoamericana, excluido México.

La segunda gran economía del continente se encuentra también en una encrucijada. El Gobierno de Vicente Fox tiene tres importantes reformas pendientes -fiscal, laboral y energética-, pero tendrá que negociar con el opositor PRI para sacarlas adelante.

Las empresas españolas, mientras, están muy pendientes de la evolución de los dos gigantes antes de volver a apostar por la región. La inversión española en América Latina cayó un 30% en 2002.