¿Quién teme a la renta fija?
De mediados de marzo a mediados de junio de este año se ha producido un emparejamiento en la evolución de las cotizaciones de la renta fija y la renta variable. Algo que no es corriente en períodos como el actual de transición entre una situación recesiva o de estancamiento y otra que podrá seguir la misma pauta que ésta o que podrá girar hacia el crecimiento económico.
Durante esos tres meses los fondos de renta variable española han tenido una revalorización media de 15% y los de renta fija a largo plazo en euros de 2.3%, fenómeno éste último de revalorización que venía desde mucho más atrás y que, en el primer semestre, ha estado proporcionando rentabilidades mensuales medias de entre -0,07% y 1,07%. A mediados de junio se produjo un desacoplamiento entre los dos mercados y, mientras las Bolsas se mantenían en niveles cercanos a sus últimos máximos, los mercados de renta fija sufrían una fuerte caída.
¿Significa esto, como se ha dicho, el final del período alcista en el sector de la renta fija y, por tanto, es el momento para que los partícipes de fondos de inversión de renta fija a largo plazo empiecen a plantearse traspasar su dinero a otro tipo de fondos?
La respuesta es que parece prematuro pensar en un cambio de tendencia. La última ocasión en que se produjo algo así de manera virulenta fue en 1994. Entonces, la economía de los EE UU estaba dejando atrás cuatro años problemáticos: 1990 y 1991, que habían vivido el comienzo y final de una recesión, y 1992 y 1993 que habían transcurrido entre dudas sobre la fortaleza de la recuperación económica. A comienzos de 1994, esta fortaleza empezó a parecerle excesiva a la Reserva Federal (Fed) que decidió subir los tipos de interés, provocando, como reacción, una fuerte subida de los tipos de medio y largo plazo y, con ella, fuertes minusvalías en las carteras de renta fija.
La situación actual no parece, ni de lejos, comparable con aquélla. No sólo no está contrastado que las economías hayan salido de la recesión o el estancamiento sino que los bancos centrales (la Fed sobre todo) están decididos a inundar de liquidez el mercado y a no subir los tipos hasta que la amenaza de deflación haya desaparecido completamente del horizonte.
La caída de los precios de la renta fija parece pues una pausa en el movimiento alcista. Los partícipes de fondos de renta fija a largo plazo no tienen motivos para asustarse por ahora.
Juan Ignacio Crespo es director de Análisis de Lipper
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