_
_
_
_
LA COLUMNA | NACIONAL
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

La espuma de la política

Josep Ramoneda

LA POLÍTICA PARECE cada vez más condicionada por los ritmos vertiginosos de una sociedad acostumbrada a cambiar de moda cada temporada y consumir compulsivamente. Con las encuestas de opinión en la mano se hacen y se deshacen mayorías virtuales cada dos meses. Y, sin embargo, a la hora de la verdad, las elecciones demuestran que en política, salvo situación de crisis excepcional, los movimientos de fondo son lentos y los cambios tardan en producirse. A la hora de la verdad, las opciones de los electores son, por lo general, más conservadoras -en el sentido de mantener en el poder a los que ya estaban- de lo que sugieren las encuestas.

Este curso que acaba es un exponente perfecto de este desajuste entre la espuma de la política y el rumiar de los ciudadanos, con los medios de comunicación en un papel de intermediarios sobre el que convendría alguna autocrítica. Si el Prestige y la guerra deberían haber sido la tumba del PP -y de rebote demostraron las enormes dificultades de Zapatero para pasar de la oposición tranquila a la proposición ganadora-, ahora parece que la crisis de la Comunidad de Madrid tenía que ser la tumba del PSOE hasta que han entrado en juego las disputas sucesorias del PP. Pero tengo cada vez más la sensación de que vivir en la punta de los dientes de sierra de las encuestas tiene poco recorrido. La aceleración de la presión sobre Zapatero -a partir de unas súbitas expectativas que no está claro hasta qué punto eran reales- le ha perjudicado. Las cosas le iban mejor cuando trabajaba con tiempos largos, consciente de que, casi siempre, para llegar a la presidencia se tiene que pasar antes por el peaje de la derrota (véase González y Aznar).

La crisis de la Comunidad de Madrid confirma las deficiencias en el funcionamiento de la democracia española. El método de selección de candidatos es poco transparente y carece de procedimientos que garanticen la competencia y la fiabilidad. Es curioso lo rápido que el PSOE ha olvidado las primarias que en su momento presentó como panacea democrática. Los mecanismos de investigación de irregularidades y corrupciones funcionan tarde y mal. Las mayorías parlamentarias tienden a obstaculizar las investigaciones. La Fiscalía General del Estado practica la estrategia del taimado, que consiste en interpretar siempre la ley por el lado que favorece al Gobierno, aunque sea en contra de la más elemental racionalidad. Unos medios de comunicación muy alineados políticamente contribuyen poco a que los ciudadanos tengan la mejor visibilidad del espacio público, porque confunden con demasiada frecuencia información, opinión e intoxicación. Las promesas de regeneración democrática que todo líder hace desde la oposición se olvidan rápidamente desde que se llega al poder.

El discurso de la tolerancia cero en corrupción es pura retórica. Corruptos y corruptores los habrá siempre porque forma parte de la condición humana buscar atajos para satisfacer ambiciones y vanidades y porque hay muchísimo dinero en juego que depende de decisiones legislativas y administrativas. El PP puede que haya ido más lejos que cualquier otro en la ocupación de espacio extrapolítico, en lo judicial, como en lo económico, pero sus pulsiones son las mismas de los demás. Por eso son tan importantes los procedimientos de control del abuso de poder.

La decisión de Gallardón de destituir a Basterreche rompe el discurso Aznar-Rato que afirmaba que el problema concernía estrictamente al PSOE. Raro sería que una trama destinada a hacer cambiar una mayoría de gobierno no tuviera terminales en el partido beneficiario. El PP practica la obstrucción porque sabe que a corto plazo la crisis se salda en beneficio suyo. Gallardón ha dejado que el escándalo alcanzara la otra orilla, como pretendía Zapatero. ¿Qué quiere? ¿Demostrar que la presencia de Ana Botella en su Gobierno no ha restado autonomía a su acción? ¿Forzar, con su ejemplo, algún otro cese? ¿O trazar un cortafuegos para que el incendio no le queme? Quizá las tres cosas a la vez. Pero todo esto forma parte de la espuma de la política. La cuestión de fondo es la extensión de la trama. Y es exigible a un Gobierno democrático que contribuya a desmantelarla. Zapatero, si cree realmente, como ha dicho, que es un caso de tanta envergadura como el 23-F, tiene una opción para transmitir la gravedad de la situación a los ciudadanos: asumir él la candidatura socialista a la Comunidad de Madrid. Si gana, vuelve a estar en la plataforma de lanzamiento. Si pierde, probablemente también habría perdido en marzo próximo. El éxito es de quien arriesga.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_