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Análisis:MÚSICA Y ACADEMIA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El gran arte de maestros y discípulos

Quien asista con asiduidad a los Encuentros Música y Academia promovidos, desde hace tres años, por Paloma O'Shea y las instituciones que preside, se llevarán muchas sorpresas. Por ejemplo, la de escuchar al admirable Gerard Caussé, al joven Jean Daniel Bugaj y al no menos joven Ángel Cabrera, una interpretación mágica de una estupenda obra de Max Bruch: las piezas para clarinete, viola y piano; en el mismo programa, el Cuarteto Ardeo, de Francia, bordó el primer cuarteto (Sonata a Kreutzer), de Janacek, y la breve maestría del Efímero réquiem a la tonalidad, joya terminal en la larga carrera de Xavier Montsalvatge, hecha perfección por el trío de los hermanos Martin (violín y chelo) y Alexandru Boota (viola). Por si fuera poco, el pianista ruso de 17 años Denis Kozhukin hizo la segunda sonata de Chopin de forma capaz de justificar los premios internacionales que posee. El bien conocido pianista Peter Frankl (Budapest, 1935), en unión del Cuarteto Magyar Akademia, nos devolvió un nombre un tanto olvidado como es el del húngaro Dohnanyi en el Quinteto en do menor. Dohnanyi fue profesor de Nandor Ember, quien en los años veinte dio a conocer las primeras obras de Ernesto y Rodolfo Halffter, sus discípulos entonces.

Seguimos con admiración y entusiasmo unas actuaciones concebidas como lecciones de música de cámara pues cuantos intervinieron -maestros o discentes- decían desde la escena de la sala Argenta de Santander el qué y el cómo del género más puro de la música.

La intimidad de la música

Y es que esta lluvia de bien hacer, este encuentro para el que Paloma O'Shea reverdece el antiguo concepto de las academias, trae al siglo XXI el inicio de nuestra historia en el campo de la música de cámara y vivero de filarmonía en la capital y las ciudades españolas cuando los Brunetti y los Vaccari celebraban "academias" en la botillería de Canosa, de la Carrera de San Jerónimo, o más tarde cuando el profesor de piano Manuel Mendizábal o el no menos prestigiado Juan Guelbenzu reunían periódicamente en sus domicilios a alumnos y diletantes para decirles, de palabra y obra, lo que significan Mozart, Haydn o Beethoven; citas a las que se incorporaba el gran Jesús de Monasterio, auténtico institucionalizador de la música en Madrid a través de la Sociedad de Cuartetos y de la de Conciertos. Sin mayores pretensiones pero con rigor de excelentes músicos, los del "cuartito" bilbaíno fueron también academias como los empeñados en las filarmónicas de Málaga o Las Palmas.

Ahora, Cantabria reinicia, con miras internacionales, la antigua tarea fundacional para sumar y ampliar la política del Festival Internacional de Santander poniendo junto al agosto musical un julio compañero en la transcendencia. Entre todos parece que recuperaremos la intimidad para la música, se haga según el patrón moderno de los festivales o acogiéndose a la alargada sombra de la academia platoniana.

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