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Ibrahim Ferrer emociona con los boleros de su disco 'Buenos hermanos'

El septuagenario cantante cubano actúa en Barcelona y Madrid

Buenos hermanos es el segundo disco de Ibrahim Ferrer desde Buena Vista Social Club. Producido por Ry Cooder, con Chucho Valdés o Manuel Galbán, y colaboraciones inesperadas de Flaco Jiménez, Jim Keltner y The Blind Boys of Alabama, el cubano emociona cantando boleros. Tras su exitosa gira por EE UU, recorre ahora Europa con dos únicas paradas en España, mañana en Barcelona (Poble Espanyol) y el jueves en Madrid (Conde Duque).

Una imagen de san Lázaro le cuelga del cuello. "Chico, si no llevo a mi Lázaro no me llevo yo. Éste es mi papá, mi todo", dice antes de besar el medallón. En su casa de La Habana tiene un altar con la figura del santo en madera y un vaso con ron, miel y flores. "Y de vez en cuando le enciendo su tabaco, porque él fuma, y le echo el humo". Ibrahim Ferrer muestra con orgullo el reloj que le gustó a Fidel Castro: "Primero me asusté pensando por qué me manda buscar el comandante. ¿Qué yo he dicho? ¿Qué yo he hecho? Pero cuando llegué allá y vi que era una fiesta ya me quedé tranquilo. Me dijo 'déjeme ese reloj'. Se quitó el suyo y se lo puso. Todo el tiempo se lo pasó conversando conmigo y me ponía la mano en el hombro. Cuando ya nos íbamos me llamó para devolvérmelo. Yo estaba loco por darle la mano y ha sido uno de los mejores momentos de mi vida".

En 1999 consiguió lo que siempre había anhelado: que su nombre saliera en la portada de un disco. Tras más de medio siglo de trabajo y cuando ya se había retirado desilusionado. ¿Piensa que va a despertar del sueño? "No, porque yo no tengo 76 años, tengo seis". Considera que volvió a nacer cuando le fueron a buscar a casa para las sesiones de Buena Vista Social Club (del que se vendieron millón y medio de ejemplares) y le encontraron limpiando zapatos con el fin de completar su magra pensión.

Este segundo disco se titula Buenos hermanos, por la canción de Miguel Matamoros, y contiene 'Naufragio', del mexicano Agustín Lara, y 'Perfume de gardenias', del puertorriqueño Rafael Hernández. ¿Ry Cooder le dejó elegir las canciones? "¡Ay chico!", contesta con una sonrisa. "Cada uno puso su granito de arena. Grabé como cincuenta y se escogieron estos. Hay dos boleros que me encantan. Uno es 'Perfume de gardenias' y otro 'Mil congojas". Está como loco por grabar un disco sólo con boleros. "Para mí es lo más grande que hay", asegura. "No sé si será por lo pausado que lo cantas. Es un mensaje que mandas con el dolor. Algo que te llega, que es verdad, y que te saca de ti".

Imperio Argentina y Marisol

Ibrahim Ferrer nació en 1927 cerca de Santiago. "Mi nombre es árabe, pero yo tengo de español, de chino, de francés y de africano", explica. Con 12 años empezó a trabajar de peón de albañil y cantaba por las calles. Había perdido a su madre, Aurelia Ferrer, cuyo bastoncito de ébano lleva siempre consigo. "Nunca lo dejo porque es de mi mamá. Cierro los ojos y la estoy viendo. Con esto que tengo hoy, siento mucho que ella no esté".

"Me gustaría mucho estrecharle la mano a Imperio Argentina, esa señora que fue una estrella. He visto muchas películas suyas", asegura, antes de ponerse a canturrear una de sus canciones. "Y me gustaría conocer a aquel torero que trabajó en una película que yo vi 15 veces, y que se llama Linares, y a la muchacha, a Marisol. Me gustaba mucho cuando no le dejaban pasar a la plaza y él decía: 'Algún día me tendrán que abrir la puerta'. Pobrecito, quería torear y no le dejaban".

"A mí no me dejaban cantar boleros", cuenta. "Casi no me dejaban cantar. Me decían que la voz mía no era de cantante. ¡Esa vocecita! Y me tenían en el coro". Ahora hace llorar a más de uno en sus conciertos y hasta hay mujeres que le lanzan alguna prenda íntima. Se ríe. "Fue en Estados Unidos. Yo estaba cantando cuando me cae así encima y veo lo que es. Como tres que me tiraron y muchachitas de veintipocos años. ¿Pero están locas? si yo soy un viejo. Una me estaba agarrando el zapato y desabrochándolo. Otra me quería regalar el anillo de oro que le dio su prometido. Con 40 años hubiera sido otra cosa, pero, bueno, me tengo que aguantar y no puedo salirme de mi regla".

Faltará el pianista Rubén González, que ya no está en condiciones de viajar. "Todos los días lo echo de menos", asegura Ibrahim Ferrer, que lleva una orquesta de 19 músicos. "Sí, chico, porque todo el mundo tiene derecho a comer. Yo a quien pueda darle la mano se la doy".

Ibrahim Ferrer.
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