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Reportaje:

Cuatro novias para tres linces

Doñana prepara la cría en cautividad del felino más amenazado del mundo

Cuatro hembras de lince ibérico sestean en el Centro de Manejo de Fauna del Acebuche, en Doñana, desde hace años a la espera de un macho. No ha habido suerte hasta ahora con los intentos de reproducción en cautividad que se iniciaron en 1991. O las hembras no estaban por la labor debido a su edad, o las secuelas de los accidentes sufridos por los machos disponibles les incapacitaban para la cópula. Y cuando la hubo no dio resultado porque el macho resultó estéril.

El biólogo Pablo Pereira, con 20 años a sus espaldas en Doñana, es corresponsable de la recuperación de las malvasías cabeciblancas. De los 25 ejemplares que había en los años setenta han pasado a 3.000 en la actualidad. Ahora tiene a su cargo un reto mayor: poner en marcha el programa de cría en cautividad del lince ibérico -el felino más amenazado del mundo- en el Acebuche. Las administraciones andaluza y estatal acaban de ponerse de acuerdo, por fin, tras más de doce años de disputas.

Las cuatro hembras acogidas en el Acebuche a la espera de novios son jóvenes y gozan de buena salud. Pereira lleva meses, días y mañanas enteras observando a Morena, Esperanza, Aura y Saly cual vigía carcelero. Es la única especie humana que convive con ellas.

El lince no teme a nadie. No tiene depredadores que le intimiden. Ocupa la escala más alta de la cadena jerárquica de su hábitat. No parpadea ante la presencia de los coches que transitan por una carretera que cruza sus dominios. Cree que se apartarán de su camino como hace cualquier animal. "Cuando los cachorros alcanzan su madurez buscan su propio territorio, que suele ser de 1.500 hectáreas para el macho y 500 para la hembra", dice Pereira.

En él busca comida, sobre todo conejos.

Sin el conocimiento de este comportamiento no se podría haber puesto en marcha su cría en cautividad. Cada hembra del Acebuche permanece aislada en jaulas con tres compartimentos. Uno, de cemento, de 30 metros cuadrados, para vigilarlos de cerca y vacunarlos; otro, de 500 metros cuadrados, que encarna su hábitat natural, y la paridera, un espacio pequeño cubierto donde no entra nadie, aunque estará vigilado con una cámara oculta.

A partir de ahora llega el momento de la verdad. Las hembras entrarán en celo a comienzos del año próximo, pero para entonces los candidatos a montarlas ya deberán estar aclimatados al recinto. El primero es Jacinto o Felipe el valiente, dos apodos que los dos periódicos locales de Córdoba han asignado a un lince que se encontró moribundo en la sierra de Andújar al pie de un camino. José Guirao, director general del Medio Natural de Andalucía, asegura que el traslado se producirá en agosto "con todas las cautelas". Pero Pereira espera a Jacinto o Felipe desde mayo.

El celo de la hembra apenas dura entre cinco y siete días. Si no es montada, tiene una pausa de 15 días, al cabo de los cuales puede volver a ser montada, y así hasta cuatro veces. Y no ovula hasta que copula

. Los machos copulan cuando son reclamados, pero viven sólo para sí mismos. No participan en la crianza, por eso su longevidad es mayor. El contacto con las hembras es convulsivo porque tienen el pene curvado hacia atrás. Para conseguir una monta exitosa muerde fuertemente la nuca de la hembra y curva la pelvis hasta alcanzar la posición idónea. Los intentos de monta de principios de los noventa fallaron porque las hembras eran cojas o el macho carecía de dientes para inmovilizarlas.

La llegada de Valiente o Jacinto al Acebuche se espera como un acontecimiento. Se le ubicará entre Aura y Saly, separado por un pasillo para que macho y hembras puedan olerse, pero no tocarse. Esta aproximación se repetirá con los otros dos machos seleccionados; uno procedente del zoo de Jerez y otro que debe ser capturado en Doñana. La expectación es máxima. El calendario de los encuentros está pendiente de que se reúna la comisión mixta acordada el pasado 9 de junio entre la Junta y el Ministerio de Medio Ambiente. Todavía no se ha convocado su primera reunión.

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