'Oda a un memo'
El intento premeditado de generar un arte genuinamente norteamericano, que no permitiera una confrontación cuerpo a cuerpo con la larga tradición de la vieja Europa, dio origen al "arte conceptual", un tipo de propuestas artísticas "desmaterializadas" con las que procuraron relegar a las artes tradicionales, pintura y escultura, al papel de antiguallas del pasado, llegándose a hablar insistentemente, a finales de los años sesenta, de la muerte de la pintura. Los pintores que iniciaron su carrera después del auge del conceptualismo han tenido que idear nuevas formas de entender las imágenes y los iconos, de componer y articular los elementos plásticos, de conjugar narración y abstracción, de atender a lo popular y relacionarlo con lo culto, de responder a los requerimientos cambiantes de un mercado voraz, de, al fin y al cabo, nadar y guardar la ropa. Las tensiones provocadas por este mosaico de fuerzas han conducido a poner en evidencia sino la muerte de la pintura actual sí lo absurdo de ciertas prácticas de pintura que responden a los dictados del mercado que se dirige desde las galerías de Nueva York.
JONATHAN LASKER
Palacio de Velázquez
Parque del Buen Retiro. Madrid
Hasta el 8 de septiembre
El trabajo de Jonathan Lasker (Jersey City, 1948) es un ejemplo de esta situación artística llevada al límite y a la vez puede ser entendido como una ilustración de la crisis de los valores comerciales del mercado norteamericano, con la creación de las célebres burbujas que se hinchan, aparentando un volumen considerable, pero que cuando llegan a pinchar demuestran la vacuidad sobre la que cobraban cuerpo. En la obra de Jonathan Lasker se pueden reconocer todos los tópicos de la pintura norteamericana: los gestos expresionistas, los trazos geométricos, los campos de color, las imágenes seriadas, la escala excesiva, el orden relacional, los graffiti, la composición por patterns, lo matérico, lo caligramático... , pero todo ello en un mismo cuadro, como si cada obra pretendiera ser un catálogo de estilos y técnicas reducidos a una silueta prototípica.
El adiestramiento técnico, pulcro y distante del que hace gala Lasker le permite mostrar este "catálogo de situaciones", la crítica norteamericana hace el resto, intentando justificar con argumentos complejos la vacuidad de ideas sobre la que se sustentan unos cuadros en los que muy probablemente no hay más que lo que se ve, es decir, no hay más que meros trazos de pintura ingenuistas y, si se quiere, naifs. La supuesta ironía del artista, titulando sus cuadros con frases que pretenden ser desconcertantes, como Oda a un memo, sólo ponen en evidencia la precariedad de los contenidos. Es sorprendente hasta qué punto este tipo de pintura depende del ensayismo "teórico" y no menos sorprendente la incapacidad de estos ensayistas para establecer un discurso autónomo, de tal manera que la argumentación sobre pintura se comporta como la misma pintura, juntando retazos de argumentos y temas incoherentes y autorreferentes.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.