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Gallardón planea convertir en pública la empresa que gestiona la grúa de Madrid

La nueva empresa pública podrá endeudarse para construir infraestructuras

El nuevo gobierno municipal de Madrid, del PP, está estudiando la posibilidad de convertir en pública la Empresa Mixta de Tráfico (Emitra), que gestiona el servicio de la grúa en la capital, prácticamente paralizado desde hace dos años. Emitra es ahora una empresa mixta -el Ayuntamiento tiene un 56% de las acciones, y la privada FCC, el restante 44%- y su contrato vence el 31 de diciembre de este año. El alcalde, Alberto Ruiz-Gallardón, tendrá entonces que optar entre renovar el contrato o disolver la sociedad y sustituirla por otra enteramente pública. Los populares se inclinan por lo segundo.

El objetivo es crear una empresa pública con capacidad para autofinanciarse y que, probablemente, se ocuparía también de la gestión de los aparcamientos. Emitra ganó el año pasado 500.000 euros.En los últimos días, algunos de los 344 trabajadores empleados en Emitra habían trasladado a IU, después de reunirse con la dirección de la empresa, sus temores a que el gobierno municipal estuviese estudiando privatizarla. Emitra nació hace 20 años y, en teoría, debía morir, según sus estatutos, en julio de 2003; es decir, este mes. El Ayuntamiento amplió el contrato hasta final de año y, a partir de ahí, puede prorrogarlo un máximo de 10 años más o disolver la empresa. Fuentes del equipo del alcalde han asegurado a este periódico que no sólo no la van a privatizar, sino que están estudiando hacerla totalmente pública.

El gobierno municipal quiere importar a la capital el modelo de Barcelona, donde una misma empresa pública gestiona la grúa, los aparcamientos subterráneos y la red de parquímetros. La nueva Emitra, si es que llega a convertirse en empresa pública, asumiría directamente el servicio de la grúa y, probablemente, la explotación de los nuevos aparcamientos que se construyesen bajo tierra. La red de parquímetros seguiría en manos de las empresas FCC, Ferrovial y Sufi-Cetex, cuyo contrato vence en 2013.

La idea es "mejorar las condiciones de movilidad de la ciudad" -el funcionamiento actual de la grúa deja mucho que desear, según admiten estas fuentes- y, de paso, crear una empresa nueva con capacidad para autofinanciarse: con ingresos y deuda propios. Los ingresos vendrían del cobro de las multas por la retirada de coches mal aparcados -2,6 millones de euros se recaudaron por este concepto el año pasado-, de la explotación de los nuevos aparcamientos y de la recaudación de los parquímetros -que asciende ya, tras sólo seis meses de funcionamiento, a más de ocho millones-.

Si las autoridades europeas dictaminan que esos ingresos son "de mercado" -es decir, equivalentes a los que tendría una firma privada del sector, no subvencionados- , autorizarían a Emitra a contraer deuda al margen de la Administración municipal, y eso le permitiría cubrir gastos y financiar sus propias infraestructuras: nuevos depósitos para la grúa -los actuales están prácticamente saturados- o nuevos aparcamientos subterráneos.

Los depósitos, fuera del centro

Las 126 grúas de la Empresa Mixta de Tráfico (Emitra) retiraron de las calles el año pasado 74.565 coches mal aparcados por sus conductores. Hace seis años, cuando el parque automovilístico madrileño era bastante menor, esa cifra era justo el doble.

¿Es que los conductores de la capital se han vuelto más disciplinados? No, es que los ocho depósitos que la grúa tiene para guardar los coches que retira están saturados desde hace años, y muchas veces las grúas no salen a retirar vehículos simplemente porque no tienen dónde meterlos. "Hay conductores que tardan días en ir a recoger su vehículo, y los coches robados o abandonados, que también se guardan en esos depósitos, no se pueden achatarrar hasta cumplir complicados procesos judiciales. El resultado: los depósitos están saturados y la grúa no puede trabajar", explican en el Ayuntamiento.

El nuevo gobierno municipal pretende suprimir, a lo largo de esta legislatura, los seis depósitos del centro (que suman 673 plazas), convertirlos en aparcamientos subterráneos para residentes y sustituirlos por otros fuera del perímetro de la M-30, donde ya hay dos. "Quien quiera recuperar su vehículo tendrá que molestarse en ir hasta allí. Lo que no es lógico es que esos coches estén ocupando un sitio en pleno centro, con la necesidad que hay de plazas de aparcamiento", añaden.

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