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Crítica:LA MAESTRANZA | LA LIDIA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Chacón, hijo y padre

Antonio Lorca

Antonio Chacón es un joven de 17 años, nacido en el torero pueblo sevillano de Camas, hijo del subalterno del mismo nombre, y que como su padre en su día, intenta ser figura del toreo. Ayer se presentaba en la Maestranza, y los pocos pero buenos aficionados sevillanos lo esperaban con expectación y la esperanza de que éste sea el mesías que los libre del tedio actual en la fiesta.

Tiene gracia y planta torera el tal Chacón. Es bajo de estatura, los pies asentados y pinturería en su toreo, que no pudo más que apuntar detalles ante su primero, que sólo le permitió lucirse en el comienzo de la faena de muleta con unos ayudados muy garbosos que abrochó bien con un largo pase de pecho. Animó a los aficionados con unas alegres verónicas en el sexto, al que citó con decisión, pero el novillo, muy corto y de molesto cabeceo, no se lo puso fácil, y todo quedó en una ilusión. Es todavía muy joven y deja intacta la esperanza para el futuro, a pesar de que pasara un calvario con el descabello.

Guadaira / Garijo, R. Carlos, Chacón

Novillos de Gudaira, bien presentados, blandos, sosos, descastados y nobles. Roque Garijo: ovación tras aviso y silencio tras aviso. Roberto Carlos: silencio tras aviso y silencio tras aviso. Antonio Chacón: ovación y silencio tras aviso. Plaza de la Maestranza, 29 de junio. Última novillada de abono. Algo menos de media entrada.

Tiene un problema Chacón, y es que su padre va en su cuadrilla y no lo deja respirar. El amor de padre tiene esas cosas. Y los nervios, claro está, que no debe ser fácil mantener la cabeza fría mientras tu hijo se juega la vida y el futuro. Por eso, los padres de los toreros deben ver los toros desde la grada, porque los consejos son buenos antes y después de cada corrida; pero durante el festejo el amor de padre sólo conduce al nerviosismo.

También se presentaban en Sevilla Roque Garijo y Roberto Carlos, de Alicante y Valladolid, respectivamente, y ninguno de los dos dejó nada para el recuerdo en parte, quizá, por la escasa calidad de sus oponentes. El primer novillo clavó los pitones en la arena cuando lo pasaba con el capote, giró sobre sí mismo y quedó lesionado e inservible para la lidia. El presidente lo mantuvo en el ruedo cuando el animal lo que quería era morirse. La faena resultó larguísima y muy aburrida, y el alicantino sólo brilló en un cambio de manos y un natural. Dio muchos pases en el cuarto, pero toreó poco. Sorprendió, sin embargo, Roberto Carlos en su primero con unas verónicas trazadas con las manos muy bajas y unos elegantes ayudados que ejecutó al comienzo de faena. Ahí acabó todo. Retrasó la muleta, se colocó al hilo del pitón y echó por tierra las buenas maneras que anunciaba. Poco pudo hacer ante el quinto, muy escaso de fuerza y movilidad. Sólo apuntó algún muletazo largo con la mano derecha y poco más.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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