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Crítica:FESTIVAL DE GRANADA | 'Romeo y Julieta'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una tragedia eterna

La trayectoria del coreógrafo francés de origen albanés Angelin Preljocaj tuvo un importante momento de inflexión con el estreno en 1990 de este Romeo y Julieta, donde se mantuvo fiel a sí mismo a pesar de ser la primera vez que se enfrentaba a la estructura de una compañía de teatro de ópera y al importante reto de versionar un clásico del ballet narrativo del siglo XX. El resultado ha resistido el tiempo, y la coreografía muestra rasgos distintivos de un creador que en años sucesivos ha dado muestras de progresión y de interés por los grandes temas dancísticos. Preljocaj, que posee su propia compañía estable, estrena este año una obra en el Festival de Aviñón y es uno de los nuevos creadores de danza contemporánea que han entrado en el repertorio de la Ópera de París; baste recordar su éxito con Las bodas (Stravinski) y su inspirado Anunciación.

Ballet de la Opera Nacional de Lyón

Romeo y Julieta. Coreografía: Angelin Preljocaj; música: Serguei Prokofiev y Goran Vejvoda; decorados y vestuario: Enki Bilal; luces: Jacques Chatelet. Grabación de la Orquesta de la Opera de Lyon. Dirección musical: Ken Nagano. Teatro del Generalife, Granada. 28 de junio.

La presentación en Granada de su Romeo y Julieta por el ballet lionés ha causado un cierto desconcierto, lo que tiene fácil explicación, pero difícil justificación. La pieza ha sido mostrada de manera poco gratificante para el público, y vale para esta segunda oferta de los lioneses el mismo argumento que deslució la primera: la poca adecuación de ciertas obras al espacio abierto, o el esmero con que son recreadas en un teatro al aire libre, pensando que el Festival de Granada, con su importancia y solera, no es un bolo más (en realidad, todos los bolos de ballet son sagrados).

En este Romeo y Julieta la ausencia de la potente y esencial escenografía del dibujante de comics Enki Bilal limitó enormemente la comprensión y el empaque final que la obra posee. Y el caso es que esta vez sí parece que el escenario del Generalife habría podido albergar los elementos corpóreos, aun sintetizándolos algo, ideados por el yugoslavo, en los que se recreaba una construcción posindustrial con pasarelas aéreas y tuberías, todo un sórdido mecano que arropaba la historia plagada de violencia y tenebrismo (faltaron también los perros durante las rondas nocturnas de los guardias armados y con linternas: habitualmente se usan imponentes parejas de doberman). El vestuario en este caso resultaba pobre en apariencia, pues resulta que esos trajes son parte de un todo estético que se complementan con el decorado. El empaque visual sólo llegó con cierta altura en la escena del lecho de los amantes, donde sí hubo el juego coral de las parejas que se aman, como esculturas móviles rodeando la acción.

La española María Cebrián Abad dio esta vez un verdadero recital de buena danza y mostró hasta dónde puede ser versátil una bailarina en posesión de buena técnica y espíritu de entrega. La Julieta de Preljocaj es intensa, carnal y sobre todo muy presente en las escenas de fuerza, muy alejada de la adolescente tímida que plantean otras coreografías del drama de Shakespeare, y así lo hizo la valenciana. La contrapartida en Romeo se la dio el polaco Misha Kostrzewski, dando a su papel un tono pasional e irreflexivo de gran impacto dramático y acendrada sensualidad.

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