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Entrevista:RAMÓN MARTÍN MATEO | Ex rector de la Universidad de Alicante y del País Vasco | Apuntes

"Europa hará que la universidad espabile"

Ramón Martín Mateo (Valladolid, 1928) prepara la redacción de sus memorias en las que reflexionará sobre el presente, pasado y futuro de la universidad española y recopilará su experiencia. El ex rector de la Universidad de Alicante (1986-1994) y de la Universidad del País Vasco (1976-1979), catedrático de Derecho Administrativo, presenta un dilatado currículo en el que destacan, entre otros méritos, presidir la Asociación Española de Derecho Medioambiental o asesorar a las Naciones Unidas. Martín Mateo, a sus 75 años, critica algunas acepciones de la autonomía universitaria y defiende más poder para el Consejo Social en la gestión de los campus. El ex rector, desde su despacho de profesor emérito, cree que la Universidad "mantiene su estructura medieval" y confía que la convergencia con Europa, y la competencia de las universidades privadas hará que las públicas "espabilen".

"La LOU ha sido una reforma descafeinada y que se ha recibido sin entusiamo"
"La Universidad española responde al modelo medieval y no ha evolucionado"

Pregunta. ¿Cómo se plantea la redacción de estas memorias?

Respuesta. Mi mayor ocupación en esta vida ha sido la universitaria, y por tanto pretendo repasar mi trayectoria, desde mis inicios en la Universidad de Valladolid, el doctorado en Múnich y en Estados Unidos, luego mi paso por la Universidad del País Vasco, donde fui el primer rector, todavía en la época de Franco. Allí llegué a la conclusión de que el País Vasco no era el mejor sitio para vivir debido a las tensiones. Tenga en cuenta que yo las viví de primera mano, hubo un momento que fui sancionado por apoyar a la ETA de aquel momento, pero sólo defendía que cambiara el régimen autoritario, y luego conocí las entrañas del nacionalismo al recibir en mi departamento a Xavier Arzallus. Acababa de colgar los hábitos en Alemania, volvió a su tierra y estuvo trabajando con nosotros. Pero cuando pude nombré un triunvirato y me marché de allí.

P. ¿Por qué se fue?

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R. Porque veía que aquello no tenía solución, mi familia lo sintió mucho, la gente de allí es muy cariñosa, pero empezaban a perfilarse dos bandos enfrentados y crispados, y cómo no estaba por la labor de meterme en más batallas, pensé dónde podría ir y busqué alguna universidad. Una primera selección incluía Valencia, Málaga, Santander y Alicante, y al final me vine aquí.

P. ¿Cómo vio la Universidad de Alicante en aquella época?

R. En un momento crucial, era cuando empezaba su historia. Las clases se daban en el antiguo campamento militar y aeródromo. Al llegar en el momento oportuno fui elegido segundo rector. Y ahora, aquí estoy encantado de la vida.

P. ¿En qué ha cambiado y ha evolucionado el sistema universitario durante estos años?

R. No lo ha hecho, mantiene la misma estructura medieval. La universidad española responde al modelo medieval de una corporación de profesores y alumnos para el progreso de los saberes. Esto se podía justificar hace siglos para preservar la actividad intelectual de poderes negativos y nefastos como eran los poderes feudales y la Iglesia. Esto se ha ido manteniendo durante los años, y hace que el rector sea elegido por cada estamento universitario. Este sistema tiene ciertas ventajas, en cuanto que la autonomía es libertad y ésta es caldo de cultivo para el progreso. Pero esa autonomía tiene algunos inconvenientes, como por ejemplo cuando la sociedad no puede intervenir, en los campus ni siquiera las instituciones políticas. En nuestro caso los universitarios que hicieron la transición, como Peces Barba, se cuidaron de incluir una cláusula que garantiza esta autonomía universitaria

P. Y eso tiene ventajas...

R. En cualquier grupo la autonomía es positiva si los que disfrutan de ella se autoresponsabilizan. Pero sin embargo, tiene ciertas limitaciones, alguien tiene que velar por los intereses generales, y aquí eso no ocurre. En los Estados Unidos manda el presidente del Consejo Social, y aquí es el rector que tiene que apoyarse en todos los grupos, grupúsculos y capillas que existen en cada campus para hacer algo.

P. A su juicio el Consejo Social ¿debe ganar poder?

R. A la Universidad le interesa abrirse a la sociedad, pero está muy permeabilizada, y sería bueno que se diera más importancia al Consejo Social, los universitarios no estamos en el Olimpo, estamos en la Tierra, y tendríamos que tener orientaciones de los representantes de la sociedad civil, y no sólo de los académicos.

P. Sin embargo, con la reforma de la LOU se refuerza el papel del Consejo Social.

R. No se ha notado para nada, hay más miembros pero las competencias son las mismas.

P. ¿Qué competencias debería asumir el Consejo Social?

R. Por ejemplo, la orientación de los currículos para que tengan una respuesta más clara a las demandas sociales, la captación de fondos adicionales para la investigación, la selección de objetivos para desarrollar en el ámbito de la creatividad, la búsqueda de puentes con otros grupos como son los Colegios Profesionales, las Cámaras de Comercio o las Cajas de Ahorro que están abocadas a vivir en simbiosis con la Universidad.

P. ¿Pero esto podría mermar la autonomía universitaria?

R. No necesariamente, cada uno puede hacer lo que quiera, pero si uno quiere más dinero adicional debe dialogar, no hay que dar puñetazos sobre la mesa.

P. ¿Además de esta cuestión qué otras carencias tiene la Universidad hoy?

R. Primero hay una insuficiencia notable en la investigación. Luego, una docencia exenta de control por parte de los alumnos, y parece que el trabajo del profesor se agota en dar la clase lectiva. Eso es importante, pero hay que renovar contenidos.

P. ¿Y el tema de la financiación cree que está resulto?

R. Ordinariamente creo que sí, pero incidiría en una financiación basada y diferenciada en los rendimientos. A todos café no es bueno ni para el café ni para los que lo toman.

P. Y la reforma educativa del PP ¿qué le parece?

R. Una reforma de andar por casa. No han contado con todos los afectados, algunos partidos han querido aprovechar el tema políticamente y creo que ha sido un proceso traumático.

P. ¿Pero la LOU cree que ha servido para algo?

R. Para nada, es una reforma descafeinada y recibida sin entusiasmo. Para que haya una reforma de verdad hay que contar con las universidades, y si se quiere imponer no hay nada que hacer. Lo lógico es abrir un debate con tiempo y sosiego para convencer a los que están dentro, todo debe evolucionar, pero hay un statu quo dificil de cambiar.

P. ¿Cuál es el problema, falta de autocrítica o necesidad de cambiar?

R. Las dos cosas. Algunos están muy bien donde están y como están y no quieren renunciar.

P. Por lo que dice el problema la Universidad lo tiene más dentro que fuera...

R. Pues sí, y yo no veo solución por el momento. Sería una labor de suprapedagogía para los intelectuales que rigen las universidades, como en la época de Ortega, que fue un gran revolucionario. Nos hace falta alguien así.

P. Y el espacio común europeo ¿qué le parece?

R. Quizá nos vaya muy bien, la competencia con las universidades privadas hará que la pública espabile. Y creo que en la reforma europea hay algo muy sensato: dar más peso a los máster, eso incide en las perspectivas de mercado y focaliza su formación, sin embargo, eso tiene un elemento distorsionador que es su elevado precio, por eso hay que interiorizar los cursos de postgrado dentro del sistema público y financiarlos. Europa abre una puerta a la esperanza.

P. El próximo año la Universidad de Alicante celebra sus 25 años de historia. ¿Cómo valora este tiempo?

R. Tenemos un campus paradisíaco, único en España, con amplias zonas verdes, de vida muy apacible sin grandes tensiones y con muy buenos profesionales. Es un marco ideal para trabajar, yo pagaría por venir aquí.

P. Por último, ¿puede valorar a sus sucesores, Andrés Pedreño y Salvador Ordóñez?

R. No está bien hablar de los ausentes, como es el caso de Pedreño. Ordóñez es un gran rector, en términos mentales tiene una capacidad sorprendente para las humanidades, pese a su formación científica, y sobre todo es tolerante y simpático.Va muy bien para este tipo de universidad, donde no hay que dar puñetazos ni enfadarse, sino dialogar.

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