Azul en Eslovaquia
SCHRÖDER sale en katiuskas por la tele en pleno agosto. Se repite la gracia: ¡oye!, ¿os cabrá la zodiak en la mochila? ¡Exagerados! Aunque sí que nos olemos que Eslovaquia "rodeada de agua" (según los catastrofistas) más 11 personas juntas, durante siete días, apunta a Isla de los Famos.o.s.
Prólogos: Budapest y Bratislava. Convulsión estética húngara. Imponente Danubio, majestuoso Parlamento, sublime iglesia de Matías. La capital eslovaca, despertando. A medio camino entre fachadas abandonadas y rascacielos acristalados; entre los Skoda comunistas y los Octavia. Un delicatessen modernista, algo alejado del centro: sv. Albeta o Modrý koslolík ("iglesia azul"), de Odon Lechner.
Cruzamos el país en diagonal, hasta la casa alquilada, al noreste. Autobús y ferrocarril, entre el contraste de llanuras, valles, montañas y ríos (el principal, el Váh, afluente del Danubio). Escala técnica en el castillo de Bojnice, cuyos torreones inspiraron a los de Disney.
Las excursiones nos llevan al parque natural de los Altos Tatras, entre bosques caducifolios y por senderos pedregosos. Descendemos en almadías parte de la antigua Ruta del Ámbar entre los cañones del Dunajec, afluente del Vístula. En Slovenský Raj (parque natural del Paraíso Eslovaco) nos perdemos en las entrañas de la tierra en Dobšinksá L'adová Jaskyna, una de las cuevas heladas más importantes del mundo, y remontamos cascadas por escaleras metálicas hasta la altiplanicie de Geravy. Unos minutos ante el lago de Dedinky ponen el punto de sosiego final. El billete del tren de vuelta tiene publicidad electoral en el reverso. Eslogan: modrá je dobrá (el azul es bonito). Tacho modrá, escribo Slovenská Republika. Pegaré el billete en la portada del álbum.
Posdata: Casi lo olvidaba. Hubo Isla de los Famos.o.s. Ganador desierto. Todos nominados y expulsados.
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