Arrepentimiento a la fuerza
Un ladrón de obras de arte religioso devuelve las piezas bajo secreto de confesión a la iglesia donde las robó
El celo profesional de la Guardia Civil, el miedo de los ladrones a ser descubiertos, el arrepentimiento y un secreto de confesión han permitido la recuperación de varias obras de arte religioso que ayer fueron oficialmente devueltas al arzobispo de Pamplona, Fernando Sebastián, en un acto al que asistió el secretario de Estado de Seguridad, Ignacio Astarloa. "Agradecemos infinitamente a las fuerzas de seguridad esta entrega, pero nos gustaría que nunca se tuviera que repetir", bromeó el también vicepresidente de la Conferencia Episcopal al recibir las obras.
Dos años de investigaciones estaban a punto de dar fruto cuando dos de los principales sospechosos de sendos robos decidieron desprenderse de las piezas probablemente por temor a ser descubiertos aunque también, según fuentes de la investigación, a un cierto grado de arrepentimiento. Una de las personas devolvió lo robado bajo secreto de confesión y la otra viajó de Burgos al mismo Arzobispado de Pamplona para depositar en él una de las piezas más valiosas recuperadas, una virgen románica sedente con niño del siglo XIII sustraída en la iglesia de Ballariáin en marzo de 1972. Su valor en el mercado negro supera los 36.000 euros y el de todo lo sustraído en las dos robos, entre 102.000 y 120.000 euros.
El párroco de San Andrés de Góngora, pequeño pueblo cercano a Pamplona, confesó a principios de año a un peculiar feligrés que le propuso devolver las piezas robadas a la misma iglesia en enero a cambio del anonimato. Así fue.
El ladrón devolvió varias columnas de madera policromada y otros objetos religiosos que había sustraído. Su arrepentimiento no fue espontáneo, sino tras saber que la Guardia Civil investigaba otro robo cometido en 2002 en el mismo templo y que ya había siete imputados por un delito de receptación por la compraventa de un valioso altorrelieve de San Pedro del XVII.
La operación, denominada Góngora, se desarrolló en Navarra y el País Vasco y comenzó cuando en una de las inspecciones periódicas a los comercios de antigüedades de Pamplona fue localizado el altorrelieve y el propietario no pudo justificar documentalmente su propiedad legal.
La segunda operación, llamada Torico, concluyó cuando el principal sospechoso de la receptación, A.Q.F., decidió desprenderse de dos piezas ante la presión de la Guardia Civil en su entorno. Esta persona se trasladó desde Burgos al departamento de Cultura del Arzobispado y devolvió la citada virgen románica y una talla de Santa Bárbara del XVII. La Guardia Civil, a la que el Arzobispado entregó las piezas para concluir la investigación, le detuvo después y está inculpado como presunto autor de un delito de receptación de bienes culturales junto a otras siete personas. Los especialistas del instituto armado han averiguado que la imagen románica fue robada en 1972, pero no han podido aclarar de dónde procede la imagen de Santa Bárbara.
El arzobispo Sebastián dijo ayer que los robos han añadido "cautela y escarmiento" a la Iglesia, pero indicó que no se pueden poner medidas de seguridad eficaces en cada una de las ermitas e iglesias que conservan obras de valor y tampoco se pueden sacar las piezas de su ámbito "porque se anularía su contexto vital".
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