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Reportaje:

La plaza imaginaria

La exposición 'Mientrastanto' recoge las propuestas de seis jóvenes artistas para transformar el patio norte del Conde Duque

Andrea Aguilar

"Personaliza tu área de descanso", o, lo que es lo mismo, sáquese una silla plegable al fresco, con ola de calor o sin ella. Ésta es una de las propuestas que la exposición Mientrastanto plantea al vistante en el patio norte del centro cultural Conde Duque. La muestra, que permanecerá abierta hasta el 31 de agosto, pretende recuperar el patio de este antiguo cuartel como espacio artístico. Transformar lo que hasta ahora servía como lugar de tránsito en una plaza.

"No quería una sala de exposiciones al uso, donde los visitantes, una vez vistos los cuadros o esculturas, se van. Se trataba de crear un espacio más participativo que embaucara al espectador y le convenciera para pasar un tiempo dentro de este sitio", explica María Bella, comisaria de la muestra. Fabricar flores de papel junto a la artista Lisa Cheung, hojear publicaciones de arte, arquitectura o diseño con poca difusión en España tendidos en las Flying carpets (alfombras voladoras) de Ana Mir y Emili Padrós, o tumbarse en el césped artificial de la instalación de Phil Coy son algunas de las actividades que aspiran a retener a los visitantes en esta plaza.

Los seis artistas que participan en este proyecto se han propuesto jugar con la idea y las posibilidades que ofrece de este espacio urbano. Para ello se han apropiado de las distintas salas de la Caja suiza, una estructura desmontable de dos plantas que se alza en el centro del patio.

Salas descubiertas

En una de las dos salas descubiertas de este edificio efímero se encuentra el Campo de fútbol de Maider López. A pesar del nombre de esta pieza, no conviene llamarse a engaño: las líneas de este futbito no sólo son naranjas, en vez de blancas, sino que además son tridimensionales. "Es un espacio de juego no convencional. Un laberinto. Las nuevas formas y volúmenes obligan a inventar nuevas reglas y nuevos juegos. El que quiera puede traer un balón, pero tendrá que jugar a otra cosa que no sea fútbol", explica la artista donostiarra.

"Elige tu silla aquí". Ésta es la propuesta de Tamara Arroyo, que pone a disposición del público sillas plegables de playa y de jardín que el visitante puede sacar al exterior del patio. Las puertas de acceso a la Caja suiza están decoradas con imágenes que se corresponden con estos muebles. "Representan un edificio de la plaza de España y también playas y parques que no existen en la ciudad. Ante la ausencia de playa, la dibujo", explica esta joven madrileña, que reconoce que la vieja costumbre de sacar las sillas a la calle, que tanto la llamó le atención en su infancia en la Dehesa de la Villa, parece casi perdida en Madrid, "excepto quizá en Lavapiés".

El toldo de tiras de papel rojo que cubre el exterior del patio y proporciona sombra a los improvisados vecinos de esta plaza se convertirá en un frondoso jardín el 7 de agosto si se cumplen los planes de Lisa Cheung. Esta artista nacida en Hong Kong ha montado su Invernadero

en la planta superior de la Caja suiza. Se trata de un taller de fabricación de flores de papel abierto a la participación del público, donde cada uno puede fabricar la flor que quiera. "Es una actividad que hará a la gente más creativa, un espacio para hacer algo muy sencillo que se volverá inmenso", asegura. Ella aprendió a realizar estas flores con su madre y está dispuesta a transmitir algunas de las técnicas de papiroflexia, aunque insiste en que se trata de obtener la mayor variedad posible y que cada cual haga flores distintas. La idea de organizar esta instalación se le ocurrió tras visitar un templo en Corea en el que, con motivo del cumpleaños de Buda, todo la comunidad fabricaba flores de papel que luego colgaban. En el patio norte del centro Conde Duque, las flores que los madrileños fabriquen tendrán dentro bombillas que darán al espacio un matiz "más orgánico", explica la artista. "Al igual que el verano, las flores se marchitarán una vez colgadas, y quien quiera puede venir a retirar las suyas, o se las llevará el viento".

Una pradera, que no jardín

Es el espacio que ha hecho suyo el británico Phil Coy dentro de esta singular plaza. Lo ha bautizado Directive II, y el objetivo que se ha marcado con esta instalación es expresar la resistencia a las redes corporativas que atrapan al ciudadano. Para ello ha izado en un mástil una bandera negra con la inscripción "Mine" (Mío) en el césped artificial que recubre la sala que le fue asignada dentro de la Caja suiza. El primer sitio donde plantó su bandera fue en una isleta de tráfico en Birmingham hace ya tres años, y asegura que actualmente su trabajo sigue tratando sobre la idea de territorio y propiedad, aunque ya no emplea los mismos medios. "Una ciudad con tantas banderas como Madrid enfatiza el lado más irónico de esta instalación, que, al fin y al cabo, está montada dentro de un espacio institucional", explica la comisaria María Bella, que dice haber recurrido a artistas internacionales para fomentar "la mezcla que falta en la escena española".

Mezclados, un español y un británico, Juan Linares y Alex Bowen, forman el grupo Blake and Gray. Tres grandes pantallas y un televisor muestran la grabación de su trabajo Ocho horas. El título de su pieza hace referencia a la jornada laboral que ellos han convertido en ocio remunerado para ciudadanos anónimos.

Arte para disfrutar es la filosofía que se ha impuesto en la nueva plaza de Mientrastanto.

Un sueldo sólo por pasear

"¿Tienes tiempo libre? Siete plazas disponibles

", rezaba el anuncio que los días 20 y 30 de mayo se publicó en distintos periódicos. La oferta de 100 euros de salario más 10 de dietas, por pasear por el parque, sentarte en un banco, charlar en un chiringuito o pasar el rato en una barca durante ocho horas, tuvo una gran acogida.

Unas sesenta personas se presentaron a las entrevistas para este peculiar empleo, en el que se valoraba "la inclinación al tiempo libre" y la experiencia no era necesaria. "No hubo ningún criterio fijo de selección, pero no queríamos actores", explica Juan Linares, uno de los dos integrantes de Black and Gray, el grupo que firma la obra Ocho horas.

Los anuncios, el vídeo de las entrevistas, un extracto del formulario que los candidatos tuvieron que rellenar y la grabación de la peculiar jornada laboral de los siete escogidos

están expuestos en el Centro Conde Duque. El visitante puede escribrir además sus propuestas para futuras jornadas remuneradas de cómo disfrutar el tiempo libre.

"La idea surgió en la Bienal de Liverpool, donde montamos una oficina de empleo", explica Linares, y aclara que la obra trata acerca del "ocio predefinido".

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Sobre la firma

Andrea Aguilar
Es periodista cultural. Licenciada en Historia y Políticas por la Universidad de Kent, fue becada por el Graduate School of Journalism de la Universidad de Columbia en Nueva York. Su trabajo, con un foco especial en el mundo literario, también ha aparecido en revistas como The Paris Review o The Reading Room Journal.

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