_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El defecto Pimentel

La posibilidad de que Manuel Pimentel regrese a la política ha provocado reacciones muy curiosas. Los medios de comunicación más cercanos al PP han transmitido -o eso me ha parecido- cierta coña al recordar que ésta es la cuarta vez que Pimentel vuelve a la política. Este ir y venir reflejaría -he querido entender- el carácter inmaduro del ex ministro de Trabajo de Aznar, una especie de Peter Pan que parece que no sabe lo que quiere ser cuando sea mayor: columnista, arqueólogo, novelista, hombre de negocios, político... Es curioso. A mí, sin embargo, lo que me parece más atractivo de este personaje es, justamente, esta diversidad de intereses.

No he tenido el gusto de conocer personalmente a Pimentel, aunque tenemos amigas comunes en el mundo editorial y en el de la prensa. Tengo, lo reconozco, bastante admiración por alguien que, en estos tiempos y con la que está cayendo, es capaz de dejar cualquier trabajo -incluyendo el de ministro- por razones morales. Admiro también su capacidad de trabajo: yo sería incapaz de escribir un artículo diario y un libro al año, y eso que no he hecho otra cosa que escribir desde que tenía dieciséis años. Y, además de todo eso, Pimentel da conferencias y, sobre todo, crea empresas. Agobio me da sólo de pensarlo.

Es tristemente significativo que personas como Pimentel sean consideradas excéntricas. La historia está llena de políticos que han hecho algo más que política. Prefiero que sea el lector el que ponga los ejemplos: yo no lo hago porque las comparaciones son realmente odiosas y este artículo podría parecer un panegírico. Nada más lejos de mi intención.

Lo excéntrico, si se mira con perspectiva histórica, es precisamente lo que nos parece normal: políticos que lo son porque no tienen nada más rentable que hacer y sienten pavor a perder su coche con chófer, su sueldo, su despacho, su secretaria y su teléfono móvil si, un día, el líder al que sirven atisba lo que intuye que es una mirada crítica o un racaneo en el elogio. No nos engañemos: esto es lo que hay.

Son malos tiempos éstos en los que la política y el fútbol se han apropiado de un lenguaje castrense que, curiosamente, el Ejército hace tiempo que dejó de hacer suyo. Políticos y entrenadores de fútbol hablan de "cerrar filas" y afirman que, ante unas elecciones, sus "fuerzas" se encuentran en "perfecto estado de revista". Quizá por esto, se me ocurre, nos parece ya normal que un entrenador de fútbol de tercera sea consejero de Nuevas Tecnologías. Así están los tiempos.

Es una pena que la actividad política esté en manos de tácticos y no de estrategas. Si se les deja competir, gran error, en el "cuerpo a cuerpo" -otro reflejo castrense-, ganan siempre los tácticos y son ellos los que imponen las reglas. Nunca olvidaré el desdén con el que un político andaluz -por más señas, del PSOE- se refería a un colega que había abandonado la política para ocupar un cargo, más bien técnico, en Bruselas: en política, venía a decir, hace falta saber dar patadas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

No creo que Pimentel sepa dar patadas, aunque sí parece capaz de cosas más difíciles, como imaginar el futuro. Bienvenido.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_