Julia Varady y Aquiles Machado acercan la tragedia del verismo y a Puccini al Real
La experta soprano y el joven tenor ofrecen un recital que dirige Jesús López Cobos
Varady no habló, pero sí se habló, y mucho, de Varady. Tanto López Cobos (Toro, 1940) como Machado (Barquisimeto, 1971) han trabajado con la cantante natural de Oradea, ciudad que hoy pertenece a Rumania. El venezolano la conoce menos: "He cantado dos Requiems de Verdi con ella", afirma el joven tenor. Con López Cobos, la relación se remonta a antes. "Nos conocemos hace 30 años. Ella cantaba su primera Madama Butterfly y yo dirigía la ópera también por primera vez", afirma el maestro, que en septiembre tomará posesión como director musical del Real y que explica que no le gustan este tipo de recitales, que el año que viene no se verán. "Yo no he tenido nada que ver en eso, pero me alegro. Creo que es difícil meterse en situación en ellos, a mí no me gustan personalmente pero no estoy en contra de que se hagan", asegura.
López Cobos ha seguido bien a Varady y ha coincidido con ella mucho en Berlín, donde el maestro ha trabajado más de diez años en la ópera de la ciudad y adonde la cantante se trasladó después de casarse con el gran barítono Dietrich Fischer-Dieskau. "Creo que la influencia de su marido ha sido fundamental en su carrera. Es una mujer muy perfeccionista, que siempre pregunta la opinión de los otros para ver si se puede mejorar, que se prodiga poco, no pasaba de 20 representaciones al año las que hacía en Berlín".
Se ha cuidado y se concentra mucho pese a que ya está casi retirada. Pero conserva cualidades intactas. "Ha sido muy especial escucharla estos días y comprobar que es la voz que guardas en tus recuerdos y que puede hacer las mismas cosas que hacía hace 30 años. Más cuando hay cantantes hoy en día a los que escuchas pocos años después y tienen la voz completamente destrozada", afirma.
La afirmación del maestro es algo que le produce vértigo a Machado. "A cualquiera le pasa, a todos nos gustaría hacer una carrera así o como la de Alfredo Kraus, que a cierta edad podían seguir cantando su repertorio perfectamente", asegura el venezolano. Él toma ejemplo. Prepara con mimo su debú en el Metropolitan de Nueva York, donde hará La Bohème. "Voy a tener que hacerle una estatua a Rodolfo, porque me da mucha suerte", asegura.
Y cree haber tomado la decisión correcta al retirarse de su estreno en La Scala de Milán por una laringitis. "Decir laringitis para una persona normal no es nada, pero para un cantante significa una semana en silencio", afirma. "Otros cantantes no hubieran suspendido, pero cantar así I due
Foscari, de Verdi, con Riccardo Muti y grabado en DVD me parecía una tremenda irresponsabilidad". Le va bien, en suma, al alumno aventajado de Kraus, miembro de una generación de cantantes latinos que todo se lo come hoy día.
¿Y ese éxito? "Yo creo que viene de la playita. Estamos todo el día al sol, gritamos y cantamos más. Los anglosajones son más sombríos, más oscuros, y por eso se dan muy bien allí los bajos y barítonos. También cabe la posibilidad de que Caruso fuera promiscuo y que todos seamos sus descendientes".
Babelia
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