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El banco público alemán West LB prescinde de su presidente por invertir con alto riesgo

La entidad perdió 1.700 millones en 2002, en parte a través de su filial en el Reino Unido

El mayor banco público de Alemania, con activos similares a los del español BBVA, se desprendió ayer de su presidente, Jürgen Sengera, acusado de no controlar lo suficiente las arriesgadas inversiones acometidas por su filial de inversión en Londres, dirigida por la banquera estadounidense Robin Saunders. La "separación de común acuerdo" es una nueva vuelta de tuerca en la severa crisis que atraviesa el West LB, que el año pasado registró pérdidas de 1.700 millones de euros. El rumbo que tome la entidad determinará si es posible reformar la poderosa banca pública alemana.

Sengera tomó las riendas del West LB en 2001 y su cometido era uno sólo: preparar a la entidad ante la supresión de las garantías estatales que durante décadas respaldaron a los bancos públicos, las mutuas y las cajas alemanas. Tras años de litigios con los bancos privados y con la Comisión Europea, el año pasado se llegó a un acuerdo para abolir, a partir de 2005, los compromisos del Estado alemán de dotar con suficiente capital a estas entidades y asumir sus compromisos financieros en el caso de una eventual suspensión de pagos. Ambas garantías permitían a bancos, mutuas y cajas de ahorro obtener créditos a un coste menor que el de sus competidores privados.

Para adaptarse, el West LB se dividió el año pasado en un banco público de fomento, el Landesbank NRW, que hace de matriz, y en un banco comercial, el West LB. Éste aún es controlado al 100% por el Landesbank NRW, cuyos propietarios siguen siendo el Estado Federal de Renania del Norte-Westfalia y las cajas de ahorro del más poblado de los länder alemanes.

Al mando del West LB, Sengera había apostado por mantener una estrategia de expansión internacional que ya había sido puesta en marcha por su antecesor Friedel Neuber, legendario por su poder y por los estrechos vínculos que durante 20 años mantuvo con la directiva regional del Partido Socialdemócrata Alemán (SPD).

Además, Sengera quiso hacer borrón y cuenta nueva y sanear de golpe las cuentas del West LB: desde inicios de este año venía anunciando, como una especie de inversión en el futuro, que los resultados del 2002 se verían afectados por 2.000 millones de euros en provisiones de riesgo.

A la postre, sin embargo, el desfase resultó bastante mayor de lo esperado y arrojó casi 1.700 millones de euros en pérdidas. De esta suma, 430 millones provenían de provisiones de riesgos que habían sido necesarias por un crédito concedido a una sociedad de leasing británica, Box Clever. La responsable de esta operación fue la estadounidense Robin Saunders, conocida en Londres como la Claudia Schiffer de las finanzas, tanto por su belleza, como por su éxito profesional: junto a los apenas 30 colaboradores de esta filial del West LB llamada Principal Finance, desde 1998 detectó decenas de jugosas oportunidades de inversión. Muchos de estos negocios fueron muy arriesgados (con Saunders, el banco se involucró en fraudulentas empresas estadounidenses como Enron, en la financiación de la fórmula 1 o en la construcción del estadio Wembley), pero en su mayoría resultaban rentables.

Sin embargo, las turbulencias en los negocios de Saunders han armado a los copropietarios del West LB de argumentos contra Sengera. La supervisión bancaria alemana ha acusado a Sengera de falta de profesionalidad y el Gobierno regional de Renania del Norte-Westfalia se ha inclinado también por esta argumentación. El banco ahora será dirigido interinamente por el consejero Johannes Ringel. El West LB, asimismo, se desprenderá tanto de Robin Saunders como de la filial a su cargo.

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