Semana de adioses
Urrutia, Unzué y Laso se despiden de su carrera deportiva después acumular 50 años de profesión entre los tres
En los últimos 25 años, Josu Urrutia ha recorrido diariamente el trayecto de su casa a Lezama y de Lezama a su casa. Lo tiene tan automatizado que le resultaría difícil trazar otro camino. Pero deberá hacerlo. A sus 35 años, ha abandonado el fútbol en activo. Lo escenificó hace una semana, ante un campo de San Mamés entregado.
Dos horas antes de que Urrutia, vestido de calle y arropado por sus hijas, recibiera el homenaje en Bilbao, le ocurrió lo mismo a Juan Carlos Unzué, de 36 años. Él, en cambio, abandonó El Sadar vestido de corto, con su uniforme de portero y entregando el brazalete de capitán de Osasuna a un compañero, en la segunda parte del partido. Saludó a casi todos los que estaban sobre el césped, incluido el árbitro, López Nieto, que también se retiraba ese mismo día.
Hay una tercera manera de despedirse, la que protagonizó Pablo Laso, de 35 años, el pasado martes en Vitoria. Sentado en la sala de prensa del Buesa Arena, a pesar de que su último club ha sido el Forum de Valladolid, reflexionó sobre su carrera y, en frío, la dio por concluida.
Estos tres personajes imprescindibles del deporte vasconavarro reciente no sólo se han marchado de formas distintas. También han vivido de modo bien diferente su trayectoria. Una vida profesional que, entre los tres, suma 50 años.
Urrutia representa la fidelidad eterna a un club. Desde los 9 años, cuando ingresó en las categorías inferiores del Athletic, no se ha despegado de la camiseta rojiblanca. Debutó como profesional en Gijón, un 20 de marzo de 1988, y desde entonces ha jugado 348 partidos de Liga, 39 de Copa del Rey y 14 en competiciones europeas; todos con el Athletic, aunque tuvo ofertas para cambiar de club.
Una lesión de rodilla le ha retirado. Él lo sabía desde febrero, pero no quiso anunciarlo hasta última hora porque odia sentirse protagonista. "No me gusta ser el centro de atención", se justificó para rechazar la posibilidad de que se le organice un partido de homenaje. Eso sí, no pudo negarse a saludar desde el centro del campo, su sitio natural, en el preámbulo del último partido de la temporada en San Mamés, por supuesto intentando "molestar lo menos posible". Eso sí, es posible que siga yendo a menudo a Lezama, como técnico de las categorías inferiores.
Unzué ha permanecido como profesional un año más, desde el 8 de febrero de 1987, en un partido en que no le marcaron ningún gol. Desde entonces, ha encajado más de 400 repartidos en 16 temporadas. Su carrera no se entiende sin las maletas. El hermano de Eusebio Unzue, director del equipo ciclista iBanesto.com, tiene una trayectoria larga, de dos o tres años en cada ciudad; por clubes grandes (Barcelona), medios (Sevilla, donde más tiempo permaneció, siete años) y más pequeños (Tenerife, Oviedo y Osasuna), donde empezó y ha terminado su vida deportiva.
Pablo Laso es el baloncestista vasco con mejor currículo desde la retirada de Juanma López Iturriaga. Él responde a un perfil intermedio entre Urrutia y Unzue. Con la carrera más extensa de los tres (19 años como profesional), la ha partido en dos. Sus primeros 11 años tuvo un único destino, el Baskonia. Luego, desfiló por todo tipo de equipos (Real Madrid, Cáceres, Trieste, Unicaja, Girona, Lleida y Fórum). Detrás de sí deja unas estadísticas difíciles de superar. Es el jugador que más asistencias ha repartido en la historia de la Liga, y el que más balones ha recuperado. Ahí queda eso.
Despedida sin testigos
Esta semana hubo otro homenaje en el deporte vasco a uno de los personajes que más éxitos recientes tiene en su historial, José Manuel Esnal, Mané. Su adiós al Alavés ha sido obligado, por los malos resultados que han llevado al equipo vitoriano al descenso.
Lo destituyeron en abril y desde entonces ha permanecido casi desaparecido. No es que se retire del fútbol, pero el club no olvida al técnico y le ha querido obsequiar con la insignia de oro y brillantes. Eso sí, la fórmula de entrega fue casi clandestina y sin testigos, durante una comida entre el presidente, Gonzalo Antón, y el propio Mané.
El entrenador vizcaíno logró para el Alavés el ascenso a Primera División después de 42 años, llevó al equipo a unas semifinales de Copa, lo mantuvo en la máxima categoría y también lo clasificó dos veces para la Copa de la UEFA. Su mayor éxito fue la final de la UEFA ante el Liverpool.
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