Una hinchada fundida por el sol
El calor marca los prolegómenos de un partido con un ambiente especial y numerosos apoyos a Guti y Del Bosque
37 grados. A las dos de la madrugada los termómetros habían descendido casi seis puntos y la plantilla del Madrid ya estaba refugiada en el Mesón Txistu celebrando la vigésimo novena Liga de su palmarés. El sol ya había desaparecido después de ser el protagonista de toda la jornada. Algo más de doce horas antes, el día comenzaba para los hinchas del Real Madrid y del Athletic. Los bilbaínos son cerca de 500.
43 grados. Algunos seguidores bilbaínos recorren el barrio de Chamberí en busca de una terraza para tomar algo. Los seguidores madridistas ya deambulan alrededor de la plaza de Colón, donde está concentrado el equipo blanco. Una camiseta a rayas rojas y blancas delata a un rellenito hincha bilbaíno. Levanta una jarra de cerveza y se enjuaga la frente. Ha recorrido los 400 kilómetros entre la capital vizcaína y Madrid conduciendo por la noche.
42 grados. A las seis de la tarde, el calor y la luz dibujaban extraños reflejos en el asfalto. Una especie de charcos plateados se intercalan a cada paso. Es un efecto óptimo por la perpendicularidad del sol. Un hombre con acento extranjero compra entradas para el choque: "¡Compro a tres veces su valor, compro!", decía acercando la boca a la oreja de los que se le acercaban. A las dos horas su discurso había cambiado: "Vendo, vendo a buen precio". Las calles adyacentes al Bernabéu se empiezan a llenar. Un colegio espera su turno para que les repartan una localidad. Un montón de chicas monas aguarda una cola para hacer una selección de azafatas. Las bufandas blancas empiezan a hacer remolinos en el aire de Chamartín. Son la única fuente de brisa. Se oyen cánticos en apoyo de Guti.
41 grados. Y bajando. El autocar del Athletic aparece sobre las siete de la tarde. A nadie le importa. Todo el mundo está buscando refugio en un lugar con aire acondicionado. Los bilbaínos llegan sin apenas tener que escuchar más que algún aislado Que viva España. Después, ya en el campo, ven el césped solos y miran hacia la grada. Enorme. El autocar del Madrid llega una media hora después. Y ahí sí. Ahí si se nota la afición blanca. Los hinchas rodean el autobús y cantan. Hierro y Zidane, dentro del vehículo, a resguardo del astro cegador, sonríen a la gente que rodea el autocar. Ronaldo, con una gorra naranja tapando su particular tocado.
40 grados. Algunas calles adyacentes al estadio están repletas de gente bebiendo alcohol a las ocho de la tarde. Unos 1.000 agentes están desplegados por el Bernabéu. En un bar, la peña Del Bosque luce en sus camisetas su apoyo al técnico salmantino. En el estadio, una pancarta les da la razón: "Guti, Del Bosque, os queremos". El termómetro sigue marcando 40 grados y el estadio, a rebosar, grita sin descanso, otra pancarta reza: "El madridismo ni se compra ni se vende, Guti uno de los nuestros". LLega el minuto de silencio por Javier Uria, el presidente del Athletic muerto esta semana, y los ultras dan la nota negativa con sus bochornosos silbidos.
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