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FÚTBOL | Última jornada de Liga

La 'alfombrilla' de la suerte

Diego Torres

"¡Ronaldo, Ronaldo, Ronaldo...!", le gritó la gente. En pie, el Bernabéu entero despidió al héroe de la tarde, al goleador que con dos tantos logró 23 en la Liga y permitió al Madrid conquistar el título. El brasileño llevaba un corte de pelo especialmente diseñado para la ocasión. "Me lo corté yo, con la ayuda de mi amigo César, porque pensé que me daría suerte, como en el Mundial", dijo al salir del campo; "el año que viene me lo cortaré así para ganar la Liga de Campeones, el único trofeo que me queda pendiente".

En busca de buena fortuna, el sábado por la tarde, Ronaldo se afeitó la cabeza. Sólo se dejó un mechón de flequillo, una mancha negra en la calva, el mismo corte, la alfombrilla, que hizo célebre durante el Mundial. Hace un año, la maquinilla le acompañó cuando llevó a Brasil a conquistarlo. Las fotos le inmortalizaron celebrando sus dos goles ante Alemania, en Yokohama, con los brazos en cruz, como el Cristo del Corcovado y con el mechón triangular en medio de la frente.

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Ronaldo repitió el look en busca de aquella magia que le agranda en los partidos grandes. En Yokohama le sirvió para romper el maleficio del Mundial de Francia 98, cuando unas extrañas convulsiones le dejaron fuera de combate, irreconocible, el día de la final de París. Ayer debió de buscar la suerte para romper la racha que le ha impedido ganar un solo título de Liga. Ni con el Cruzeiro, brasileño; ni con el PSV, holandés, ni con el Barcelona, ni con el Inter, italiano, había podido alzarlo.

Juguetón compulsivo, Ronaldo anunció que tendría una "sorpresa" para el partido más importante de la temporada. Cuando salió del hotel, antes del choque con el Athletic, llevaba una gorra de visera naranja cubriéndole enigmáticamente aquello que ya se anunciaba en los corrillos. Si se hubiera tratado de otro jugador, pongamos por caso Beckham, el asunto habría sido juzgado como una frivolidad. Un acto de alarde, una vanidad vacía y un poco irresponsable teniendo en cuenta la trascendencia del momento. El Madrid se jugaba ganar la Liga o nada en una temporada cuya mayor inversión económica había sido él. Sin embargo, en Ronaldo estos detalles jocosos son una demostración de confianza que intimida. El delantero se sentía fuerte y lo demostró desembarazándose de Lacruz, que le hizo un marcaje muy ceñido, y metiendo el gol que abrió el marcador: un centro de Roberto Carlos desde la izquierda que remató en el área chica, forzado, por el medio. Fue el único momento en el que la defensa del Athletic le perdió la pista.

Tras el Mundial, Ronaldo se rasuró el flequillo que le quedaba. Argumentó para ello que, al regresar a Brasil, se había encontrado a muchas madres que le habían pedido que se lo quitara porque sus hijos lo imitaban con el consiguiente efecto antiestético.

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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