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LA CRÓNICA
Columna
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El primer Consell del presidente Camps

Por ser oportuno, además de justo, lo primero que debemos anotar de este primer Consell del presidente Francisco Camps es que tiene todos los visos de haber sido ahormado por él mismo. En todo caso, proyecta su personalidad y es coherente con no pocas de las directrices y promesas políticas que proyecta desarrollar y que ha reiterado a lo largo del proceso electoral. Se diluyen así las sospechas de exigentes y obligadas transacciones con el legado zaplanista. De éste subsiste una porción razonable en la figura de cuatro consejeros -que no solo evocan la buena gestión, sino que en su conjunto la garantizan-, pero prima la novedad avalada por la experiencia en la vida pública. Con algunas excepciones, que confirman lo dicho.

Es un gabinete hecho a su medida, decimos, y además es sólido, tanto en la dimensión política como técnica. Baste citar a este respecto a Gerardo Camps y Esteban González Pons, que sin ser nuevos en esta plaza están sobradamente baqueteados en las crujías madrileñas. Oficio que les vendrá de perlas para lidiar, respectivamente, con los morlacos que suponen el hueco de nuestras finanzas autonómicas y la temperatura que siempre decanta la docencia y la cultura. El mismo Víctor Campos comparece a la cita con un nutrido bagaje de servicios al partido y una ejecutoria unánimemente reconocida.

De Miguel Peralta, del cupo territorial del sur, sólo cabe apuntar que luce el mérito de haber conquistado el Ayuntamiento de Alcoi, desalojando a los socialistas, siquiera fuese con la cooperación de parte de ellos. Se le premia y hemos de suponer que, por proceder de la industriosa comarca, esté habilitado para las tareas encomendadas. Acerca de la titular de Agricultura, Gema Amor, habremos de abrirle un crédito y esperar a que los hechos afloren su eficiencia. No ha sido sólo una sorpresa, sino que también es una incógnita que no ha despejado su trabajo precedente en grandes proyectos.

De los conocidos, por repetir suerte o tenernos familiarizados con sus azañas, poco podemos anotar. Alejandro Font de Mora se estrena formalmente en el cargo, pero da la impresión de que lleva años ejerciendo de portavoz. Conoce como pocos las entretelas de la Generalitat y acaso habrá de moderar su impetuosidad e ingenio para conllevarse con el magma mediático. Le sobran tablas. Alicia de Miguel, en cambio, necesitará mucho brío e inventiva para mantener en su actual nivel el dinamismo de Bienestar Social. Afronta un desafío que le es inédito, cual es la gestión de recursos escasos y una demanda universal de auxilios.

Infraestructuras, telecomunicaciones y transportes, así como territorio y vivienda han sido líneas de fuerza en el mensaje del candidato Camps, que ha reafirmado en sus primeras comparecencias. Para estas áreas ha soslayado la experimentación, apostando sobre seguro. Para el primer manojo de objetivos ha designado a José Ramón García Antón, bien curtido en este departamento. Se le suponía con la misión cumplida y voluntariamente amortizado, pero hay que celebrar su repesca. En cuanto a los segundos ha echado mano de un veterano, como es Rafael Blasco, a quien le cumple la mención de haber promovido las primeras leyes medioambientales del País Valenciano en los años 80 y a quien se le endosa ahora la apremiante obligación de abordar la ordenación del territorio y racionalizar el desmadrado problema de la vivienda. Atentos a las innovaciones en un capítulo que ha estado dejado de la mano de Dios, por no decir que ha estado en la del diablo. Vicente Rambla, por último, deja de pechar con el déficit de las finanzas públicas y asume otro: el de la sanidad. O sea, que está rodado en administrar necesidades.

Ocasión habrá de ponderar la labor de cada uno e incluso podamos quizá acceder a la letra menuda que explique por qué otros candidatos de reconocida solvencia se han quedado extramuros de este primer Consell. Pero con la objetividad a nuestro alcance hemos de admitir que es un buen equipo, compensado, si se nos autoriza la connotación deportiva, y nada provisional. Lo cual concuerda con una observación ampliamente compartida y alusiva a la madurez política adquirida por el molt honorable, expresada mediante una retórica mucho más consistente y pudiera ser que consecuente con la claridad y aún audacia de sus planteamientos. A cada cual lo suyo.

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LE CRECEN LOS ENANOS

Es lo que le faltaba al PSPV: la insurgencia en ciertas comarcas del sur valenciano. Joan Ignasi Pla y su estado mayor han reaccionado con celeridad, proponiendo expulsiones y expedientes. Hay que restablecer la disciplina en aquel territorio, que alguien ha descrito como comanche, por la fragmentación y riesgo latente de esa militancia. Mano dura y etcétera. Pero el mal está instalado y probablemente no sea suficiente esa pócima. Pasan los años y no se alcanza la pacificación. A lo mejor, si se jubilase a Ángel Franco, secretario de la comarca de L'Alacantí, y su vieja guardia las cosas empezaban a cambiar.

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