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Reportaje:

La herencia política de Gabino Puche

La crisis del PP en Jaén deja como principal secuela la obsesiva lucha por el control del urbanismo

Ginés Donaire

Paradójicamente, la victoria electoral ha sido la peor noticia para el Partido Popular de Jaén. Nunca un triunfo tan dulce había sido tan mal digerido. "Todos los concejales estamos hechos una piña", decía el alcalde jiennense, Miguel Sánchez de Alcázar, en una entrevista en este periódico días después de revalidar su mayoría absoluta en el Ayuntamiento. Pero nada más lejos de la realidad. Apenas unas horas después de anunciar la confección de su equipo de gobierno, la aparente atmósfera apacible de los populares acabó estallando como una bomba de relojería.

Aunque la dirección regional logró reconducir la situación pocos días después, la crisis ha puesto al descubierto la obsesiva lucha por el control del urbanismo en Jaén y la enconada batalla por el poder de los herederos políticos de Gabino Puche, que fuera responsable provincial del partido durante 11 años y presidente regional del PP entre 1987 y 1993. De hecho, Puche tampoco ha querido estar al margen de la última disputa de sus compañeros de filas dejando constancia de que todavía es una referencia a tener en cuenta entre los populares jiennenses.

Militantes cercanos al alcalde estudian la convocatoria de un congreso extraordinario

Acompañado de otras personas de la vieja guardia del PP, como el senador y alcalde de La Carolina, Ramón Palacios, o el diputado Luis de Torres, el ex presidente del PP andaluz Gabino Puche viajó el pasado miércoles hasta la sede regional del PP en Sevilla para posicionarse al lado del actual presidente, José Enrique Fernández de Moya, algo que no gustó nada en el entorno de Sánchez de Alcázar, al que, curiosamente, Puche dio el relevo en la presidencia provincial del PP en 1993. "Parece como si quisieran hacerle al alcalde un juicio sumarísimo", indicó una persona próxima al alcalde.

También sorprende la postura del propio Palacios, que hace tres años catapultó a su número dos en el Ayuntamiento de La Carolina, Antonio Rodríguez, a liderar una candidatura alternativa a Fernández de Moya en el congreso provincial. Finalmente, no prosperó y Rodríguez fue integrado en el comité ejecutivo provincial.

Por todo ello se comprende que Fernández de Moya, que lideró al grupo de ocho concejales que se negaron a asumir las delegaciones asignadas por el alcalde, conocía muy bien cuáles eran sus apoyos dentro del partido cuando anunció que no estaba dispuesto a que ninguna persona tuviera "más del 90% del poder en el Ayuntamiento", en clara alusión al concejal Miguel Segovia, mano derecha del alcalde en el último mandato y principal artífice de la división en el grupo popular, larvada desde hace al menos dos años.

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En medio de tanta oposición, Sánchez de Alcázar también jugó sus cartas. Las más importantes, el aval que le daba su segunda mayoría absoluta en el Ayuntamiento, cuando pocos en el partido apostaban por él, según se han encargado de predicar sus colaboradores. El alcalde sabía, pues, que, aunque en minoría dentro de su grupo de concejales, estaba fortalecido en el partido.

Sánchez de Alcázar sabe que el apoyo de Arenas sería lo que más desquiciaría a su grupo opositor. No hay más que echar la vista atrás para recordar la rivalidad política que tuvieron en su día Gabino Puche y el propio Arenas por el liderazgo del PP en Andalucía. Los enfrentamientos entre viejas familias populares no han desaparecido, ni mucho menos. El primer test para comprobarlo será el congreso provincial del PP el próximo año, donde Fernández de Moya -otro delfín de Puche- ya ha movido ficha al anunciar que optará a su reelección como presidente. No es descartable tampoco un adelanto del cónclave popular, pues militantes afines al sector del alcalde han empezado a sondear la posibilidad de forzar la convocatoria de un congreso extraordinario. Pero más allá del poder orgánico, ¿cuál ha sido el mensaje que los populares han transmitido con esta crisis a la ciudadanía y, en especial, a sus electores? María Dolores Nieto, portavoz de Izquierda Unida en el Ayuntamiento, lo tiene claro: "En la raíz del enfrentamiento está el reparto y el control del pastel del control especulativo y las políticas que generan plusvalías privadas". IU ya ha anunciado que presentará alegaciones a la modificación del Plan General de Ordenación Urbana (PGOU), que el PP aprobó en el último pleno de la anterior legislatura y donde se prevén casi 400.000 metros cuadrados en la Fuente Almodóvar, junto al paraje protegido del Cerro de la Mella, para construir 900 viviendas, 500 de ellas unifamiliares.

No es el único gran proyecto urbanístico que el PP tiene pendiente. En su programa electoral también figura la modificación del PGOU en la manzana de las Protegidas, donde las empresas pugnan por una operación que dejará beneficios millonarios. Una de ellas es la que lidera el poderoso empresario Ildefonso Serrano Gámez, que desde hace tiempo está viendo cómo gran parte de sus proyectos inmobiliarios chocan contra un muro llamado Miguel Segovia, el hasta ahora concejal de Urbanismo.

Segovia y Solar, cóctel explosivo

Auguraba el candidato socialista, Marcos Gutiérrez, nada más conocer la victoria electoral del PP el 25-M, que en este mandato gobernarían un día los concejales pares del PP y otro, los impares. Gutiérrez no es adivino, pero ya era consciente de la grave división interna en las filas del PP, y que se produjo en la confección de la candidatura. Los puestos impares están ocupados por los afines al alcalde y los pares, por los del núcleo de la dirección.

Sin embargo, el cóctel más explosivo de este difícil juego de equilibrios internos lo representa el dúo compuesto por Miguel Segovia e Inmaculada Solar. El primero va a ser, desde su nuevo puesto de concejal de la Presidencia, el coordinador de todas las áreas y el encargado de marcar el ritmo en el gobierno local en palabras del alcalde, Miguel Sánchez de Alcázar, que es su principal valedor. Por su parte, Solar, que es la secretaria provincial del PP, ha sido designada portavoz al hacer valer la dirección del partido la mayoría que tiene dentro del grupo de concejales.

Segovia y Solar parece, pues, que están condenados a entenderse a pesar de la profunda enemistad política y personal que han venido manteniendo en los dos últimos años, desde que estalló el caso Bariloche. Solar se distanció definitivamente de Segovia cuando éste culpó a su familia del retraso en la ejecución del vial que debía atravesar la discoteca Bariloche, en la que Segovia tuvo intereses económicos. Tal fue la ruptura entre los números 2 y 3 del partido (Segovia ocupa el cargo de coordinador general del PP tras el último congreso) que incluso Solar llegó a declarar en los juzgados como testigo de la acusación particular del PSOE, que culpaba a Segovia de haber demorado intencionadamente la construcción de la calle para no dañar los intereses de la discoteca.

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