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Columna
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El siglo de Camps

Si hubiera gobernado el PSOE hasta este momento, a Camps le hubiera sido más sencillo iniciar su mandato en la Generalitat. Resulta curioso, pero es así, es más difícil la transición dentro de un mismo partido que entre partidos distintos. Ahora, para empezar, se enfrenta a dos problemas delicados: tiene que conseguir unas características propias que lo diferencien del presidente anterior, por un lado, y reajustar el gobierno entre los suyos sin producir conflictos que amenacen tormentas en el clima político valenciano. Ambas cosas no son fáciles de resolver, si añadimos además el ambiente de crispación por las elecciones generales que se avecinan y las tensiones estatales por la Comunidad de Madrid.

Son unos momentos difíciles para él, pero una ocasión magnífica para ir conociendo sus reacciones personales y su estilo político. En pocos días ya sabremos mucho sobre lo que es capaz de hacer en el futuro. De momento, algunas cosas están claras. Cuando el problema es complicado, prefiere responder con la novedad para descolocar al adversario y disolver el problema en un plano distinto, precisamente lo que hizo en el Debate de Investidura. Y cuando la negociación es dura, utiliza la vieja estrategia de alargarla hasta el último momento para sacar ventaja de amigos y contrincantes, exactamente lo que acaba de hacer para la composición del nuevo gobierno. En terminología actual, habría que pensar en un político correoso, aunque los clásicos dirían que utiliza la transfiguración y el martirio. Allá cada uno.

En el Debate y en la toma de posesión, restableció el valenciano como idioma político, la primera novedad difícil de rebatir y muy fácil de ensalzar, que transformó el discurso en otra cosa, en algo nuevo. No hubo mucho contenido para discutir, pero sí muchas convicciones y algunos aciertos estratégicos. Encontró que era el primer President del siglo XXI, la mejor frontera para diferenciarse sin molestar a nadie. El otro President era del siglo pasado, un siglo que empezó mal para los valencianos como los tres anteriores, pero el de ahora es distinto y aquí estoy yo. También aparecen asociaciones curiosas cuando verbaliza sus pensamientos, porque utiliza el término ciudadanos cuando habla de la Comunidad, pero la preocupación política la concentra obsesivamente en las personas, una especie de personalismo muy humanista.

Parece puntual en sus comparecencias y compromisos, porque hoy tomó posesión de su cargo y pocas horas después daba a conocer la composición del Consell. Pero sin duda la negociación ha sido larga, una jugada a muchas bandas y seguramente cerrada en el último minuto. El nuevo equipo se presenta como un éxito conseguido por este primer President del siglo, pero todavía es pronto para saberlo porque toda acción provoca una reacción y eso lleva algún tiempo tanto en los ciudadanos como en las personas. Como diría el viejo y olvidado Althusser, todavía no está nada claro cuál es el concepto que explica esta nueva estructura de gobierno. Alguna plusvalía, seguro.

Un siglo, un President y un gobierno, todo nuevo. No estoy seguro de que tengan cien días de gracia, pero parece ser que esto sólo se repite cada cien años. Aleluya.

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