Corberó planta sus gigantescas familias de basalto en Cap Roig
35 piezas ornan los jardines de Calella de Palafrugell
Una reunión de afables e irónicos gigantes basálticos de 200 toneladas de peso creados por el escultor Xavier Corberó (Barcelona, 1935) se ha apoderado de la plaza del Castell de los Jardines de Cap Roig, en Calella de Palafrugell. Las 35 esculturas han sido creadas expresamente para esta exhibición, y para realizarlas se han utilizado unos inmensos bloques de piedra seleccionados y guardados desde hace más de 20 años.
Xavier Corberó, especializado en escultura pública, no es amigo de ferias y exposiciones. "No creo en la escultura prêt à porter", precisó ayer durante la presentación de la exhibición. De ahí que el fenomenal conjunto escultórico, que podrá visitarse en los jardines de Caixa de Girona hasta el 30 de noviembre, constituya una excepción en su trayectoria.
Los bloques de basalto utilizados por Corberó proceden de una cantera de Castellfollit de la Roca, municipio famoso por su espectacular riscal basáltico. "Conozco estas piedras desde hace 40 años", explicó el artista, que ya frecuentaba la zona a los ocho años, en compañía de su padre.
Este material pétreo, informó el artista, impone sus propias normas. "No puede cortarse como el mármol, hay que dinamitarlo con ciencia para que se rompa por donde quieres", explicó Corberó. A menudo el azar dicta sus leyes e impone una lenta gestación para poder casar los diversos bloques. "Algunas de las piedras de estas composiciones las guardaba desde hace 25 años, convencido de que tarde o temprano podría utilizarlas en alguna de mis obras", aseguró.
Nombres irónicos
Los diversos grupos escultóricos, que tienen nombres irónicos y sugerentes como La Jurado y acompañantes o Pantoja y primos, adquieren juntas un espectacular sentido escenográfico. En Dragona enamorada, la figura del animal aparece atravesada por una flecha de plata.
Corberó también ha utilizado mármol, hierro y cables como complemento de su composición. Otras familias de esculturas tienen relación con el flamenco. El artista mantiene que esta danza guarda relación con la escultura porque "es más importante lo que sientes ante él que lo que te dice propiamente la letra".
Abundando en su visión del arte, el autor defiende la "escultura como naturaleza". "Hay que mirarla como quien ve ponerse el sol o salir la luna", aconseja a modo de uso. En uno de los grupos escultóricos, que rinde homenaje al coronel ruso Nicolás Woevowsky y a la aristócrata inglesa Dorothy Wester, fundadores del paraíso vegetal de Cap Roig, el primitivismo abrupto de la piedra consigue adoptar un sorprendente aire sofisticado.
A diferencia de otros escultores que han ocupado los jardines en años anteriores, Corberó ha rechazado la idea de diseminar sus obras y ha preferido la fuerza y contundencia que emanan de su reunión en una misma área. Sólo dos de ellas se han situado en el camino de entrada al auditorio. Para mover las enormes moles de piedra, que se han unido mediante barras de acero inoxidable, ha sido necesario utilizar grúas de hasta 20 toneladas.
El crítico de arte Daniel Giralt-Miracle, autor de uno de los textos del catálogo, no duda en calificar la obra de los jardines de Cap Roig como "la más rotunda, madura e imponente" que ha realizado Corberó a lo largo de su trayectoria artística.
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