Las huidas previsibles
Las fugas de los jefes de las organizaciones de narcotraficantes son siempre previsibles, más incluso que las de los terroristas. Se enfrentan siempre a penas superiores a los 15 años de prisión y a multas multimillonarias que, de tan abultadas, no les compensa pagar ni por conseguir rebajas en las condenas.
Por eso, no deja de sorprender que la maquinaria burocrática de la justicia caiga una y otra vez en los mismos errores.
Los abogados, aunque públicamente lo negaban, recomendaban a sus clientes que esperasen en el extranjero a que la sentencia fuera notificada a los procuradores. Si eran absueltos o la pena impuesta era muy pequeña, los acusados regresaban a sus domicilios y se personaban en la Audiencia para afrontar la sentencia.
Si era desfavorable, ya no había que arriesgar una fuga en condiciones difíciles, porque la búsqueda internacional tarda unos días en tramitarse y desde el extranjero, cuando todavía no te buscan es más fácil esconderse.
Para hacer frente a esto, hace años, algunas secciones de la Audiencia Nacional solían seguir la siguiente estrategia. El último día del juicio por narcotráfico, los magistrados, que ya habían deliberado entre ellos si tenían intención de condenar o absolver a los procesados, ordenaban a la policía presente en la sala de vistas que detuvieran a aquellos acusados cuyas condenas iban a ser tan elevadas que podrían ponerles en la tentación de huir.
No se ha hecho así en este caso, pero el tribunal, tras deliberar la sentencia, ordenó a la policía que buscase a los acusados, antes de notificar el fallo.
Es obvio que los Carballo, Jueguen, Paz y Padín, con penas entre 10 y 17 años de cárcel y multas millonarias eran los candidatos idóneos para fugarse. La policía les fue a buscar y no les ha encontrado.
Ahora, todo parece indicar que los cuatro pasarán a engrosar la lista de fugados que se inició con el jefe de la Camorra napolitana Antonio Bardellino, Tonino, y que, más recientemente, tuvo su momento estelar con la fuga del narcotraficante Carlos Ruiz Santamaría, El Negro.
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