Interpretar mayorías

Ser el cabeza de la lista más votada no significa ser la persona preferida por la mayoría. La mayoría de los madrileños (el 50% más uno de los votos) decidió no dar su voto a Esperanza Aguirre. Los que decidieron no darle el voto, se reparten entre el PSOE, IU y Los Verdes y, naturalmente, antes de emitir su voto, sabían que las coaliciones no estaban prohibidas, ni legal ni moralmente, y esta posibilidad pesó en su decisión de voto.

Aguirre, que tiene (como muchos políticos) la virtud de la "interpretación libre de la realidad", tiene que recordar que decidió en 1989 votar para la alcaldía a Rodríguez Sahagún (representante no solamente de la lista menos votada, sino claramente minoritaria), porque en aquellos momentos ni le interesaba, ni por tanto defendía el concepto de "respeto a la voluntad popular".

Las reglas de cualquier competición se establecen antes del inicio del juego, y una vez aceptadas por todos los participantes, no se cambian en el transcurso o al final del mismo según vaya evolucionando el marcador.

De todas maneras, si le parece que tiene que haber cambios, se le recomienda que proponga a su partido político una iniciativa legal en este sentido (antes, no después de las elecciones). Si es tan lógico, no tendrá problemas en convencer a su grupo parlamentario que, como tiene mayoría absoluta, no tendrá dificultades para su aprobación. De paso, que desarrolle un poco la idea, porque ¿cómo tomaría decisiones ese Parlamento? ¿Con el seguimiento ciego de todas las propuestas de la lista más votada aunque (pudiera darse el caso) no tuviera más del 30% de los votos?

Por cierto, podría también reflexionar sobre el concepto democrático de la segunda vuelta, para que a un votante que optó por un partido verde (por ejemplo), no le digan que es democrático que se interprete su voto como de adhesión a la lista más votada.