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Reportaje:

Diez años dando la talla

La teniente C., eliminada de la oposición a militar de carrera por 1,5 centímetros de estatura

Miguel González

Un centímetro y medio. Ésa es la distancia que separa a Mercedes C. de su sueño profesional: convertirse en oficial de carrera del Cuerpo Militar de Sanidad. Parece una distancia corta, pero puede resultar insalvable cuando la medida es el propio cuerpo.

A lo largo de los 10 años que lleva prestando servicio en las Fuerzas Armadas, la estatura nunca ha supuesto un obstáculo para desarrollar su trabajo.

"En mi hoja de servicios no figura una sola amonestación o un arresto y sí una mención honorífica, por lo que supongo que mis jefes no debían estar descontentos conmigo", asegura esta salmantina de 33 años, de corta melena rubia y ojos color verde mar.

En el otoño de 1997 fue seleccionada para formar parte de la Spabri VI, el contingente del Ejército español en Bosnia-Herzegovina basado en la brigada Aragón de Cazadores de Montaña. Durante cuatro meses, la teniente C. fue la única psicóloga del destacamento de Trebinje, en la zona más pobre del país, de población serbia. Bajo su exclusiva responsabilidad estaba la salud mental de un centenar de soldados, alejados de sus familias en plenas fiestas navideñas.

Cuando ingresó en el Ejército en 1993, nadie puso ninguna pega a su altura
Mercedes ha ganado varios premios de tiro militar y ha estado destinada en Bosnia

Por eso, apenas podía entenderlo cuando, el pasado martes, el médico del Hospital Militar Gómez Ulla de Madrid le comunicó que había sido eliminada de las oposiciones a oficial de carrera por medir 153,5 centímetros, 1,5 menos de la talla mínima.

Mercedes C. ingresó en el Ejército en 1993, tras licenciarse en psicología por la Universidad de Salamanca. En su familia no hay antecedentes militares, pero a ella siempre le atrajeron los cuarteles. "Con 16 años", recuerda, "gané un premio literario organizado por las Fuerzas Armadas y lo que entonces vi me impresionó favorablemente".

Por eso, no dudó en presentarse a una convocatoria para psicólogos militares. Antes de acceder al puesto, tuvo que someterse a un tallaje, que superó sin que nadie le pusiera ninguna pega, aunque entonces, igual que ahora, la estatura mínima requerida era de 155 centímetros. Mercedes no sabe si en aquel momento hicieron la vista gorda o ha cambiado el patrón de medida, pero se pregunta cómo es posible que después de diez años como oficial le digan que ni siquiera era apta para hacer la mili.

Quizá la diferencia estribe en que aquél era un contrato temporal y ahora se trata de un empleo definitivo. Como militar de complemento, Mercedes sabe que tendrá que abandonar el Ejército cuando cumpla 38 años de edad o 12 en filas. En su caso, el límite fatídico está en el 2006.

El Ministerio de Defensa se ha negado a convertir en definitivos los contratos temporales de los militares de complemento. Alega que, cuando ingresaron en las Fuerzas Armadas, estos oficiales fueron advertidos de que su relación laboral estaba destinada a extinguirse más pronto que tarde. No obstante, la ley compromete al ministerio a apoyar su promoción interna, facilitándoles el acceso a oficiales de carrera, y su reinserción laboral.

Hasta ahora, estas promesas se han quedado en papel mojado. La prueba es que el pasado mes de diciembre el Gobierno se vio obligado a prorrogar in extremis por un año el contrato de los oficiales de complemento que estaban a punto de ser despedidos.

Por su parte, la teniente C. nunca se había decidido a presentarse a las oposiciones a militar de carrera. En los últimos años sólo se habían convocado una o dos plazas para psicólogos, lo que convertía casi en una lotería la posibilidad de ganarlas.

Esta vez, la situación parecía distinta. Defensa convocó diez puestos en la especialidad de psicología y Mercedes pensó que tenía tantos méritos como sus compañeros para ganar uno de ellos.

Durante dos meses se estuvo preparando el temario del examen. Pidió permiso a sus jefes, presentó la correspondiente instancia y el pasado 26 de mayo se presentó a las oposiciones.

Al principio no había ningún motivo para desanimarse. De los 80 aspirantes, 31 superaron el examen teórico tipo test. Entre ellos, la teniente C. Luego se enfrentó a la prueba oral ante el tribunal, también de carácter eliminatorio, y una nueva criba dejó en sólo 18 la cifra de opositores. Mercedes seguía en la carrera. Sus posibilidades de obtener plaza se habían multiplicado y ya superaban el 50%.

Fue entonces cuando recibió el inesperado golpe bajo. El 10 de junio acudió al Gómez Ulla para someterse a un exhaustivo reconocimiento médico, que incluía análisis de sangre y orina, revisión ginecológica, oftalmológica, prueba de audimetría, etcétera. Toda una mañana sin salir del centro hospitalario.

Mercedes estaba tranquila. Practica natación y footing e incluso está iniciándose en la esgrima. Desde que ingresó en las Fuerzas Armadas no ha estado ni un solo día de baja. En los dos últimos años ha sido campeona y subcampeona de tiro con arma corta del Ejército del Aire.

Pero el doctor que la talló hizo un gesto de desaprobación, y, al término de las pruebas, entendió su significado: "No apta por talla inferior a 155".

"Desde que salí de la escuela", explica, "nunca he tenido complejo de bajita y no voy a empezar ahora. Lo que una vale y lo que una sabe no dependen de la altura".

Aunque el Ejército reglamenta incluso el tamaño de los tacones, Mercedes sostiene que su estatura jamás ha sido objeto de burla por parte de sus compañeros de armas. Al contrario, muchos de ellos la han llamado en estos días para animarla a que no se dé por vencida.

Y la teniente C. no se ha rendido. Ha presentado recurso contra la decisión de los médicos. Durante los últimos días ha seguido un tratamiento de estiramientos lumbares y cervicales en un gimnasio. A su edad, y pese a su buena forma física, ha pasado un doloroso calvario para conseguir que su cuerpo llegue tan lejos como su voluntad.

Ayer regresó al hospital Gómez Ulla para someterse, por segunda vez, al frío veredicto de la cinta métrica. La decisión del tribunal médico debe conocerse en los próximos días. Para ella, se trata de la última oportunidad, pues ya se sabe que en las oposiciones del año próximo la estatura mínima exigida para convertirse en oficial de carrera será de 160 centímetros, una marca fuera del alcance de la teniente C. y de muchas de sus compañeras.

Cuando se pregunta a Mercedes qué aconsejaría como psicóloga a un paciente en sus mismas circunstancias, se echa a reír: "Le diría que arroje la toalla, que ya ha sufrido bastante", contesta. Pero inmediatamente se corrige a sí misma: "Bueno, si de verdad está convencido, le aconsejaría que fuese a por todas".

Lo más extraordinario del increíble caso de la teniente menguante es su vocación militar. Más allá de toda medida.

Reforma legal

El pleno del Congreso debatirá hoy la toma en consideración de cinco proposiciones de ley que pretenden modificar la ley del Régimen del Personal Militar de las Fuerzas Armadas, de julio de 1999. Las proposiciones han sido presentadas por el Grupo Socialista, IU y el Grupo Mixto; en concreto, el Bloque Nacionalista Galego e Iniciativa per Catalunya-Els Verds. Entre otros objetivos, dichas reformas pretenden solucionar el problema de los oficiales de complemento y de los cabos primeros, que perderán su empleo a corto plazo si no adquieren la condición de militares permanentes. Además, el PSOE pretende que la ley se adapte a la situación real de las Fuerzas Armadas, una vez que el propio Ministerio de Defensa ha admitido que su objetivo de reclutar un mínimo de 102.000 soldados y marineros profesionales resulta inalcanzable. El PSOE propone rebajar esta cifra a 60.000, la misma que de cuadros de mando, aunque alterando las proporciones de estos últimos, de forma que aumenten a 39.000 los suboficiales (entendidos como especialistas) y hasta 5.000 los oficiales temporales.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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