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Reportaje:FÚTBOL | El desenlace de la Liga

Los enemigos se necesitan

La Real precisa que el Athletic puntúe en Chamartín y el Barça, que gane el Madrid

Denoueix, técnico de la Real, lo dijo con su tranquilidad habitual, minutos después de la derrota: "Mientras hay vida hay esperanza". El portavoz del equipo donostiarra, José Luis Barrenetxea, dio un pasito más: "Espero que el Athletic nos eche una mano". El destino ha unido a Madrid y Barcelona y a Real Sociedad y Athletic. Los enemigos se necesitan. Incluso al Madrid no le vendría mal una mano del Atlético en Anoeta. No es una cuestión de redefinición de sentimientos sino de necesidad. El Barcelona depende del Madrid, para alcanzar la UEFA (si gana al Celta) y la Real depende del Athletic para ganar la Liga. El vecino vasco, el enemigo habitual, se ha convertido en el juez de la Liga.

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¿Quién dijo miedo?, se recuerda en Bilbao de cara al partido del domingo en el Bernabéu frente al Real Madrid. "Con mi equipo, todo es posible. Eso lo noto" dijo Heynckes tras ganar al Deportivo. Alkiza, que se despedía de la afición bilbaína, dejó un hálito de esperanza con un sincero "lo vamos a intentar". Pero quien mejor reflejó el espíritu del Athletic, ante el último partido, fue Isamel Urzaiz, al subrayar que "el Madrid no se come a nadie". "Lo mejor que te puede pasar es depender de tí mismo", añadió el delantero.

La conjunción de intereses es absoluta. A la Real le queda la última jugada: ganar al Atlético y confiarse a la habilidad del vecino para sorprender al Madrid. Le avala que el Athletic lleva diez partidos sin perder, que físicamente está pletórico y que se juega un lugar en la UEFA, porque como dice el lateral rojiblanco Del Horno: "Sólo nos vale ganar en Madrid, hacer un partidazo, porque esperar que el Barça no gane en casa es mucho pedir".

La Real confía en el Athletic y en sus propias fuerzas. López Rekarte reconoce que lo primero que hay que hacer es ganar al Atlético "porque si no, no vale de nada lo haga el Athletic". Lo cierto es que a la Real, si gana, le basta con que el Athletic empate en el Bernabéu, aunque previsiblemente eso le dejaría fuera de la Copa de la UEFA si el Barça doblega a un Celta feliz con su clasificación para la Champions.

En cualquier caso, la Real se refugia en el éxito conseguido (subcampeonato y plaza directa en la máxima competición europea), alaba a su afición -a la que el Consejo de Administración agradeció ayer oficialmente su apoyo- y celebrará lo que sea el próximo martes en una fiesta oficial, ya anunciada con anterioridad al partido de Vigo.

Lo más preocupante en el entorno realista es la lesión de Kovacevic. El delantero yugoslavo se dañó en un salto y tuvo que retirarse apresuradamente del encuentro ante el Celta con una fuerte torcedura del tobillo. Kovacevic puede sumarse a las bajas de Schürrer y Aranzabal, a quien se le realizará mañana una artroscopia y que viene siendo baja las últimas semanas.

La Real, sin embargo, ha asumido la situación agridulce del último partido. Lo conseguido es mucho, pero la cercanía del éxito ha sido absoluta y se perdió en Vigo en una nueva versión de una Real acelerada por el pulsómetro del título.

La última esperanza es el Athletic, -quién lo iba a decir-, precisamente el equipo que le dio alas en el primer partido de Liga para superar la depresión de los tres últimos años. Ganar aquel derby supuso que la Real cambiara el chip de las últimas temporadas. El público volvió a creer en el equipo y el equipo en sí mismo. Ahí comenzó el efecto Denoueix y de nuevo el Athletic será, previsiblemente, quien decida quién se lleva el gato al agua. Por una u otra razón, los equipos vascos siempre acaban enredados en el último tramo de la la Liga. Anoeta será bilbaíno el último día y el Bernabéu barcelonista. Es decir, un final insospechado y entretenido.

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