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El 25% de los indigentes se quedaron en la calle cuando tenían 20 años

Los indigentes jóvenes sufren más intentos de suicidio y problemas de drogas, según un estudio

Una cuarta parte de las 5.000 personas sin hogar que cada año duermen en albergues o a la intemperie se quedó en la calle con menos de veinte años. Ese grupo de jóvenes indigentes no es por ahora numeroso, pero está creciendo, según señala el estudio Los límites de la exclusión, realizado por Manuel Muñoz,Carmelo Vázquez y Juan José Vázquez, profesores de la Facultad de Psicología de la Universidad Complutense. Estos chavales, procedentes de hogares rotos, sufren, a su corta edad, un mayor deterioro social y psicológico que otros sintecho, con más intentos de suicidio y toxicomanías.

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Los autores de este estudio, ganador del premio de investigación social de Caja de Madrid, se han adentrado en los problemas de 289 personas sin hogar y han encontrado al menos tres grupos diferenciados: los indigentes de mayor edad y normalmente con problemas de alcohol; los que han acabado en la calle por una serie de dificultades económicas, y que, en general, tienen más posibilidades de salir del bache con un apoyo social, y los que se quedaron desprotegidos casi en plena infancia.

Todos ellos sufren graves carencias afectivas y materiales pero la situación más alarmante es la de los jóvenes porque acumulan demasiados episodios traumáticos en su corta vida. Así, el 66% son hijos de drogodependientes o alcohólicos; el 62% sufrió malos tratos y el 90% tuvo que abandonar su hogar siendo adolescente. Casi la mitad de los indigentes que se quedaron en la calle de chicos han intentado suicidarse, el 44% ha padecido la violencia en sus carnes y un 72% sufre ansiedad o depresión. Seis de cada diez sienten que han recibido muy poco cariño.

Manuel Muñoz, uno de los autores, destaca que este grupo de jóvenes sin hogar, muy vapuleados por la vida, es el que más crece. "Probablemente eso suceda porque los lazos familiares propios de culturas mediterráneas como la nuestra están fallando. Pero entonces habrá que desarrollar más programas preventivos para evitar que los hijos de las familias más desestructuradas acaben en esta situación porque cuando un chaval lleva ya diez años en la calle es muy difícil de recuperar", asegura. Según Muñoz entre los jóvenes que sobreviven en las calles hay internos de centros de acogida que deben abandonarlos con la mayoría de edad y también inmigrantes que llegaron solos a Madrid siendo menores.Cuatro de cada diez indigentes no tienen contacto alguno con su familia.

Otro grupo de personas sin hogar que va en aumento es el de los inmigrantes aunque los sintecho extranjeros no suponen más de un 20% o un 30% del total. "Cada vez son más los inmigrantes que acuden a los albergues y, sobre todo, a lo comedores. Pero, como en general es gente en plenitud de facultades no suelen estar mucho tiempo en la red de acogida porque encuentran un trabajo o un lugar donde vivir, aunque sea hacinados", matiza Muñoz.

Los autores del estudio han comprobado que las personas sin hogar tienen un nivel formativo y una experiencia laboral muy similar a los de otras con una vida más normalizada. De hecho, un 10% tiene estudios universitarios, o al menos así lo manifestó en las entrevistas celebradas para elaborar este informe. Eso sí, predominan los varones: casi nueve de cada diez.

"Lo significativo es que sus vidas están marcadas por muchos acontecimientos traumáticos. Con 30 a 40 años han pasado por una media de nueve experiencias de enorme impacto como el abandono o la muerte prematura de algún progenitor, los malos tratos, las toxicomanías, los problemas psiquiátricos, el ingreso en prisión, cuando en el resto de la población de esas edades no se suelen dar más de una o dos situaciones de ese tipo", aseguran Carmelo y José Juan Vázquez. "Estas personas han estado sometidas a rupturas tan graves que les llevaron a perder su vivienda y a todo un deterioro social y económico", añaden.

Lo que también llama la atención es el grado de optimismo que mantienen estos ciudadanos tan azotados por la vida. Sólo un 3% percibe su futuro sin esperanza y menos del 10% cree que su situación empeorará. "Todos tendemos a compararnos con quienes están peor y a destacar los aspectos positivos de nuestra experiencia olvidando los negativos, es una forma de mantener la dignidad", apostilla Vázquez.

La mayoría de los sintecho utiliza los albergues, comedores y roperos de la ciudad. Pero los autores del estudio consideran que hacen falta más centros de atención especializados según la problemática (inmigrantes, jóvenes, enfermos mentales, familias...) y de pequeño tamaño. Ahora mismo no hay centros de acogida para parejas o familias. "Las personas sin hogar suelen tener grandes problemas afectivos y cuando consiguen consolidar una pareja en vez de apoyarles se les obliga a elegir entre vivir en la calle o separados", apostilla Muñoz.

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