El Pamesa barre al Unicaja

La final de la ACB está servida. Estaba invitado ya el Barcelona, y ayer se sumó el Pamesa, que barrió al Unicaja en el último partido de semifinales, y buscará su primer título de Liga. Los dos mejores equipos del curso, los dos campeones europeos, frente a frente. Antes tuvo el Pamesa que sudar para eliminar a un gran Unicaja, víctima ayer de la mejor defensa del torneo.

No hay secretos ya entre Unicaja y Pamesa, de tan bien que se conocen. Después de un igualado mano a mano durante todo el curso, ni a Maljkovic ni a Olmos les sirve el factor sorpresa. Por eso desde el principio ambos pusieron las cartas sobre la mesa. El Pamesa capturó el primer balón en el salto inicial y segundos después ya estaba en las manos de Oberto, que forjaba con pico y pala la canasta debajo del aro. El Unicaja tampoco escondió sus armas. En la jugada siguiente, Sonko buscó el triple. Unos por dentro y otros por fuera.

El equipo de Maljkovic intentó cerrar la puerta a los pívots del Pamesa con ayudas constantes. Recibía Tomasevic, todavía con un ojo morado por un golpe en el segundo partido de la serie, cerca del aro y cuando levantaba la vista estaba rodeado de camisetas verdes agitando los brazos. Lo mismo le pasó a Hopkins y Oberto, envueltos en la tela de araña de Maljkovic. De tanto mirar a los protagonistas, Unicaja descuidó la vigilancia a varios actores secundarios. Uno de ellos fue Rodilla, condenado últimamente al banquillo y especialmente motivado ayer. Escucha el base valenciano, con contrato vitalicio en el Pamesa, rumores sobre su posible marcha, y ayer salió a pista con los dientes apretados. Fue su reivindicación.

Rodilla, Luengo y Kammerichs comenzaron a correr, y Unicaja dobló la rodilla en defensa. La clave se encontraba en el rebote, faceta en la que el conjunto de Olmos impuso su fortaleza. El Unicaja salió siempre perdedor de la lucha bajo los aros, y el Pamesa lo aprovechó para salir disparado al contraataque. Sobre todo mediante Luengo, el capitán, un jugador al que el partido, movido, loco, de ida y vuelta, le iba como anillo al dedo. Luengo (16 puntos, 4 rebotes, 2 asistencias) fue un huracán.

El Unicaja aguantó con las penetraciones de Bullock y Sonko al corazón de la defensa. En el segundo cuarto Maljkovic apostó por el quinteto de los bajitos, con Gurovic de pívot junto a Slater, y un ataque muy abierto, lejos del cuerpo a cuerpo. Repitió la fórmula durante el partido, pero no le funcionó. Al Pamesa le va el músculo, y no tardó en dar el estirón. Se marchó en el marcador antes del descanso (43-30) y en el tercer cuarto, autoritario en el rebote y con Luengo y Liadelis tocando la corneta al contragolpe, tiró al Unicaja del partido (56-36). Los andaluces, con una puntuación muy baja y entregados a las individualidades, sólo anotaron cuatro puntos en casi seis minutos.

Pese a la reacción final, el choque estaba sentenciado. La grada tiró varios petardos y en la Fonteta se respiró olor a pólvora. El Pamesa estaba en la final, la primera de su historia. Espera el Barça.