La 'crisis' de Tiger Woods

Después de ganar su primer grande -el Masters de 1997- Tiger Woods, llegado al golf para revolucionar todas las estadísticas, disputó 10 grandes más sin ganarlos antes de conseguir su segundo major, el campeonato de la PGA de 1999. Después de esa victoria, sólo falló en el Masters antes de encadenar cuatro grandes consecutivos -la racha conocida como el grand slam de Tiger-. Otro lapso de tres grandes en blanco precedió dos victorias consecutivas en 2002 -Masters y Open de Estados Unidos-, y desde entonces nada.

Se han disputado tres grandes y casi el cuarto -ayer, después del cierre de esta edición, terminó el Open de Estados Unidos en Olympia Fields, Chicago: el norteamericano Jim Furyk empezó el día de líder y Woods marchaba a 11 golpes, lo que no auguraba un triunfo- y Woods no ha ganado ninguno de ellos. Por primera vez en cuatro años, Tiger Woods, que deberá convertirse en pocos años en el mejor jugador de la historia, superando a Jack Nicklaus, no puede mostrar en la estantería de su casa la copa de uno de los cuatro torneos grandes del golf.

Así que no es de extrañar que en la conferencia de prensa del sábado del Open de Estados Unidos saltara la pregunta:

-¿Está usted pasando una crisis, señor Woods?

-Realmente me es muy difícil responder a esa pregunta.- respondió Woods. -Le recuerdo que este año he ganado ya tres torneos. ¿Está intentando decirme que estoy en crisis?

El Open de Estados Unidos es el segundo grande del año, el segundo en el que Tiger Woods parte como inevitable favorito, el segundo en el que un mal día arruina todas sus posibilidades. En el Masters de Augusta la ruina le acaeció en la última jornada: en el tercer hoyo comenzó a errar salvajemente y terminó empatado en la 15ª posición. Después disputó dos torneos de rodaje, pero en ninguno de los dos tuvo posibilidades reales de victoria.

En el Open, el desastre llegó el sábado, en la terecra jornada, que concluyó con 75 golpes (+5), el peor resultado de su historia en el torneo bandera del golf norteamericano. Hasta entonces, su peor marca era 74 golpes, realizada tres veces en tres primera rondas.

Pero mientras en el Masters los problemas le llegaron desde el drive, el golpe de salida, en el Open de Olympia Fields los males se han reducido al green. En la ronda del sábado, la que le ubicó a 11 golpes del muy seguro Jim Furyk -el hombre que heredó el carismático caddie de Woods, Mike Cowan-, Woods necesitó 35 putts para embocar los 18 hoyos. "Lo divertdo del caso es que no he jugado nada mal", reconoció Tiger Woods. "Di un montón de buenos golpes, pero luego no metí ninguno. En ningún momento sentí la línea, tuve feeling. Los greens estaban lentísimos. No pude dar los putts lo suficientemente fuerte".

Curiosamente fue Tiger Woods, y también su compañero de partido, el argentino Eduardo Romero, el único que sintió lentos los greens de Olympia Fields en su camino hacia el anti grand slam del Tigre..