Aberraciones
No es que 30 años no hayan sido nada, faltaría más, pero impresiona comprobar cómo persisten tantas de las aberraciones que a principios de los 70 denunciara Enrique Cerdán Tato en el alicantino Primera Página, publicitado como "un periódico sin jaula". Presentábamos el otro día el libro recopilatorio de aquellos artículos, un trabajo de Fernando Abad, recordando la insólita experiencia del que convinimos en llamar (entonces y ahora) "un diario de locos". Imagínense, reivindicar en 1970 y 71 el socialismo, al Che Guevara, el potencial revolucionario de la clase obrera y la necesidad de más escuelas y menos generales. No, no era un panfleto clandestino, sino un papel comercial, propiedad de cierto terrateniente manchego, que vendía en los quioscos unos miles de ejemplares a lectores que decíamos "concienciados". Multas, amenazas, censuras y procesamientos. Los hubo. Pero siempre sospecharemos que la autoridad franquista prefería restar importancia a una publicación tan poco conocida que cuando te identificabas como periodista de Primera Página te solían preguntar si era para la primera de Información o de La Verdad. Aquello acabó pronto y en la ruina, así que una noche, durante la guardia de un tozudo Cerdán Tato que hacía de articulista-redactor-repartidor de furgoneta, pararon definitivamente las máquinas. Muchas más han parado desde aquella etapa (la mejor) que dirigiera Pérez Benlloch, pero para la mayor parte de los escritos recogidos en esta Antología de la aberración es como si el tiempo se hubiera detenido: en mayo del 70 se comentaba la "política agresiva, desafortunada e imperialista de los Estados Unidos". En septiembre, sobre palestinos expulsados, acosados y masacrados. En febrero del 71, de las listas de espera en los quirófanos asturianos (¡y 600 le parecían muchos al bueno de Enrique!). Y en mayo, a propósito de un programa dedicado por TVE a folclóricas para celebrar el Día del Trabajo, constataba: "Con bastante más frecuencia de la aconsejable, las cámaras de televisión se desvirtúan por el endeble pero cómodo y reconfortante camino de la evasión y del escapismo, de la mandanga triunfalista... y de las más encandilantes gazmoñerías". Tal cual.
