Zapatero tiene un e-mail
José Luis Rodríguez Zapatero necesita equipos inteligentes, gentes creativas y políticos expertos. Pero, sobre todo, necesita un lingüista. El hombre está tan preocupado por los votos, los candidatos y los programas que no acierta a interpretar el mensaje que recibe una y otra vez, aunque más claro y alto no puede ser. Por eso necesita alguien que sepa leer, simplemente eso, entender los avisos que le llegan, al margen del mensajero de turno que hace de recadero y que casi nunca conoce el contenido del envío. Señor Zapatero, tiene usted un e-mail. Y como no lo contesta, le ponen la cabeza de su mejor caballo ganador a los pies de la cama.
Que yo recuerde, el primer cartero fue Aznar hablando de un pacto entre los rojos sociocomunistas o algo semejante y a todos nos pareció una salida de tono, una exageración electoral, un mensaje desproporcionado para ganar votos de los ingenuos. Y seguro que era eso, sin duda, pero además contenía un aviso claro y evidente que nadie supo leer porque estaba disfrazado en el fragor de la batalla electoral. Se hicieron muchas interpretaciones, pero nadie leyó el texto.
Todos los profesores bondadosos ofrecen una segunda oportunidad, por eso le tocó a Bono hablar de los caladeros del PSOE. Había que echar las redes más al centro y a la derecha para pescar mejor. A Bono le gustan las alegorías y la de los peces es muy suya, aunque seguro que también pensaba en la del pastor y el rebaño, pero la dejó para mejor ocasión. Y Zapatero nada, despreció al mensajero, no supo leer el simbolismo del pez, y contestó que prefería presentarse a las generales sin maquillaje, es decir, descaradamente socialista.
Cuando un alumno se empeña en no entender, hay que ponerle ejemplos concretos. El señor Tamayo es un ejemplo concreto, aunque él no lo sepa. Es igual, todos continúan interpretando la psicología del diputado, la intencionalidad del mensajero, sus características morales y sus contactos económicos. Hasta salen a escena supuestos constructores como si fueran personajes del guión en lugar de actores que representan un papel. Sin embargo, Tamayo pronuncia de maravilla hasta delante de las cámaras, una palabra tras otra, con una dicción perfecta, transmitiendo el mensaje de que hay permiso para un socialismo moderado, pero de ninguna manera cuotas de poder real para IU. Es imposible un mensaje más claro, al margen de las oscuras razones del mensajero.
En este país se permiten dos partidos, uno un poco más a la derecha y el otro un poco más a la izquierda, dicho sea en sentido horizontal, geográfico, y no ideológico. La jerarquía, ni tocarla, es decir, sin perder el Norte o te dejan con el Sur al aire. También se consiente algún partido más enérgico pero secundario, sin posibilidades de gobierno, para desahogar cuando te levantas radical o te acuestas desesperado. En los momentos en que ya no sabes quién eres, cosa que ocurre con frecuencia, un poco de regionalismo o de nacionalismo, según preferencias, como mera cuestión de identidad. Y quien se salga de este guión recibe un aviso, pero tiene que saber leerlo, claro está.
Otro problema es averiguar quién lo envía o que no nos guste el contenido del correo. Pero resulta infantil negarse a leerlo.
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