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Reportaje:EXCURSIONES | Pradera de la Pinosilla

Guadarrama, primavera de 1778

Un pino albar de 225 años, el más viejo de Madrid, preside esta verde tribuna con vistas al embalse de la Jarosa

En 1778, mientras Estados Unidos luchaba por su independencia, mientras Cook descubría atónito cómo los hawaianos cabalgaban sobre las olas y mientras Rousseau agonizaba en Ermenonville después de haber sembrado las revolucionarias ideas de su Contrato social, un pino albar nacía en la pradera de la Pinosilla. Pensemos en los millones de personas que se han dejado la piel desde entonces para que hoy haya Estados Unidos, surf y democracia. Pues todo ese esfuerzo multitudinario se nos antoja menor que la hombrada solitaria de ese árbol que ha soportado 225 años de incendios, rayos, plagas y hachazos sin moverse, como es natural, de su sitio.

El Pinus sylvestris más viejo de Madrid -o, al menos, el más viejo de cuantos se han inventariado- mide 20 metros de alto por 4,70 de perímetro en la base del tronco, lo cual no está nada mal para un individuo de esta estilizada especie. Pero más que su edad o su tamaño, nos maravilla su emplazamiento: una recóndita pradera situada a 1.460 metros de altura en la solana de Cabeza Líjar, 400 por encima del embalse de la Jarosa y 500 sobre el pueblo de Guadarrama -al que pertenece este monte-; una pradera, la de la Pinosilla, que se abre como un balcón al mediodía ofreciendo unas vistas que ya se pueden imaginar y, si no, enseguida se las contamos.

El árbol alcanza los 20 metros de altura y los 4,70 de perímetro en su base

Nuestro paseo comienza en el embalse de la Jarosa, siguiendo la carreterilla que bordea el muro lateral de contención y se bifurca a los pocos metros. Por el ramal de la derecha, también asfaltado pero vedado al tráfico -con señales y, más adelante, con barrera levadiza-, ascendemos cómodamente a la sombra del pinar, que a estas alturas es de pino resinero. Y así, en unos tres cuartos de hora, arribamos a una pradera grande y luminosa, en cuya parte baja, junto a las ruinas de una majada o casa forestal, se unen los arroyos de la Chorrera y de los Álamos Blancos formando una bonita cascada. Un lugar idóneo para, si así lo deseamos, comer y sestear al final de la jornada.

Dejando esta espléndida pradera, proseguimos nuestra andadura por la vía asfaltada, la cual remonta con fuerte pendiente el vallejo del arroyo de los Álamos Blancos y, luego de cruzarlo, zigzaguea. Mucho ojo porque, 300 metros después de la última revuelta -una hora y media desde el inicio-, debemos dejar el asfalto para desviarnos a la derecha por una pista de tierra señalizada con un número 5 de color rojo sobre una roca. De este modo, nos plantamos un cuarto de hora más tarde en la pradera del Asiento del Roble, que está en la frontera entre el pinar de repoblación y el silvestre, sobre la cota de los 1.400 metros, muy cerca ya, por tanto, de nuestro objetivo.

A mano izquierda, según se entra en esta pradera, parten unas rodadas ascendentes, con rumbo oeste, que nos conducen en otro cuarto de hora -dos horas, en total- a la vecina pradera de la Pinosilla. En su extremo occidental, junto a un manantial, descuellan cinco árboles con forma de gigantescos tirachinas, entre los que reconocemos al decano de los pinos albares madrileños por su tronco más grueso y por las huellas de la barrena Pressler: un artefacto que, efectuando una pequeña cala, permite contar los anillos anuales de crecimiento del árbol y saber su edad. Como reconocemos, mirando en derredor, todas las cumbres de Cuelgamuros -desde la Salamanca hasta el Abantos-, la cruz del Valle de los Caídos, el embalse de la Jarosa y el de Valmayor (el de los cocodrilos).

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Después de admirar tamaño pino y semejante paisaje, regresamos a la pradera del Asiento del Roble para continuar subiendo por la pista de tierra. Muy pronto cruza ésta el arroyo de la Chorrera, se allana y desciende por el sector más oriental de los pinares de la Jarosa, ofreciendo ahora magníficas vistas de la Peñota, Siete Picos y la Maliciosa. Y así, tras una hora de constante bajada, cerramos el círculo de esta excursión.

A pie o en bici de montaña

- Dónde. Guadarrama se halla a 47 kilómetros de Madrid y tiene cómodo acceso yendo por la carretera de A Coruña (A-6). Una vez en el pueblo, hay que seguir las indicaciones viales hasta el embalse de la Jarosa, que dista dos kilómetros del casco urbano, y aparcar en las inmediaciones del muro lateral de contención.

- Cuándo. Cualquier época del año es adecuada para efectuar esta ruta circular de 12 kilómetros y tres horas y media de duración -dos de subida y el resto de bajada-, con un desnivel acumulado de 400 metros y una dificultad baja. Al discurrir por pistas forestales (asfaltadas y de tierra) cerradas al tráfico, constituye también un excelente circuito para los aficionados a la bicicleta de montaña.

- Quién. Francisco Javier Cantero Desmartines y Antonio López Lillo son los autores de Árboles singulares de Madrid, un prolijo inventario arbóreo de la región, editado por la Comunidad de Madrid, en el que se describe con detalle el pino albar de la Pinosilla.

- Y qué más. Cartografía: mapa Sierra de Guadarrama, editado a escala 1:50.000 por La Tienda Verde (Maudes, 23 y 38; teléfono: 91 534 32 57); en su defecto, hoja 18-20 (Cercedilla) del Servicio Geográfico del Ejército o la 508 del Instituto Geográfico Nacional.

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