_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Esto de la política...

Es curioso. Políticos, sólo los hay en democracia. En el resto de sistemas de gobierno, sean "democracias populares" o dictaduras de espadón, hay líderes carismáticos -o dictadores-, ministros, generales, secretarios generales, etcétera, guías, pero no políticos. La condición de político es consustancial a la democracia. Cuando hablamos de políticos y política es sólo en democracia. Es famosa, casi manida, aquella expresión de Franco dirigida a uno de sus ministros en los sesenta: "Usted haga como yo: no se meta en política y no tendrá problemas". Pues eso, la política son problemas, los problemas de la vida pública que han de ser resueltos con dignidad y dialogadamente.

Y, sin embargo, teniendo aún valor la democracia entre nosotros, comienza a oírse con alguna frecuencia "esto de la política no va conmigo", pongamos. O, más extremadamente, "estos políticos son una banda de tunantes". No aquí, en el paisito, que vivimos un punto asustados y procuramos no hablar mucho de ello, no. Lo oímos en general. Y (esto, los matemáticos lo entenderán a la primera: es la transitiva), el desprestigio de los políticos acarrea el desprestigio de la democracia.

Cuando la gente habla de "esto de la política..." con menosprecio, la democracia corre peligro

No es cosa de alarmar, pues ya estamos verdaderamente alarmados, pero vean esta secuencia. Francia, 1932, el radical Herriot, presidente del Gobierno, presenta una propuesta para salvar la deuda con EE UU, manifiestamente inaceptable para los franceses. Pierde. Debe dimitir. Le sustituye un socialista, Boncour. Cuarenta días de gobierno, y vuelve un débil radical, Daladier, que repite los presupuestos de Herriot. Duró nueve meses. Le siguieron otros dos radicales con resultados parecidos. Pues bien, esta serie de gobiernos ineficaces y ajenos al sentir de la gente, (junto con algunos casos de corrupción) llevaron a Charles Maurras, adalid de la extrema derecha en Francia a hablar en 1934 de los "ladrones de la Cámara de Diputados" y a tener el suficiente eco como organizar una manifestación de unas cien mil personas ante la Cámara reivindicando el fin del sistema parlamentario, cosa que estuvieron a punto de lograr.

Agoreros, se dirá. Tal vez. Pero el espectáculo de cinismo, transfuguismo (con sospecha de corrupción) e incontinencia verbal que están dando los políticos de este país resulta difícilmente soportable. Lo ocurrido en el Parlamento de Madrid, el espectáculo que se está dando con Álava, esa especie de soberbia de nuevo (y grosero) rico del que está haciendo gala Aznar de un tiempo (bastante) para aquí, esas expresiones de taberna de Iturgaiz y Arzalluz (éste, además, con la retranca del viejo padrino), el ocio de Mayor Oreja que le impide ir al Parlamento, la melindrosa manera de Zapatero de apoyar a Rojo para luego desautorizarle, esa amenaza en Álava de que habrá gobierno del PP pero resultará inviable (como los franceses, salvando las distancias, pero Álava la han convertido en una cuestión de Estado), las maneras estrechas en los gestos de Ibarretxe mientras propone dinamitar España; todo eso hace que alguien se permita hablar de esos "bribones" de políticos que nos gobiernan.

España está en la Europa de los inmigrantes, los tiempos cambian, las formas de actuar en la vida pública se trasladan en días en este mundo mediático; los políticos han caído en un descrédito como nunca antes en España desde 1917. El PP y el PSOE -o sus grupos más responsables- debieran tomar nota de estas cosas. Resolver el tema en Madrid (¿lo impedirán los intereses?), formar un gobierno de coalición en Álava y recuperar la palabra y las buenas maneras, ayudarían. Del PNV no digo nada, pues parece que "sus grupos más responsables" han decidido pasar desapercibidos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Cuando el público habla de "esto de la política..." con menosprecio, es que la democracia corre peligro.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_