Donald Regan, de Wall Street al Gobierno de Washington
Donald Regan, un hombre de Wall Street que dejó el mundo de los negocios para hacerse cargo del Tesoro y luego la jefatura de Gabinete del presidente Ronald Reagan, murió ayer, de cáncer, a los 84 años en un hospital de Virginia.
Regan se retiró de la política y de la vida pública de un modo espectacular, tras siete años de protagonismo en Washington a la sombra del presidente con el que compartía una curiosa semejanza fonética de nombre y apellido. Cayó en Washington en 1987, como una de las principales víctimas políticas del escándalo Irán-Contra, como se dio en llamar la financiación ilegal de la guerrilla antisandinista con dineros logrados por la venta a escondidas de armamento al régimen de los ayatolás, entonces la mayor bestia negra de Wahington.
El objetivo de la transacción era que Teherán convenciera a los integristas islámicos de Líbano de la necesidad de liberar a los rehenes norteamericanos que tenían en su poder. Los dineros sobrantes de la operación se dedicaban a financiar el socavamiento del régimen de Managua.
Pero lo que más dio que hablar fue la memoria-biografía que publicó en 1998, For the record: From Wall Street to Washington (que podría traducirse como Que conste: De Wall Street a Washington), unánimemente interpretada como un ajuste de cuentas con la todopoderosa Nancy Reagan, la mujer del presidente. Regan hablaba largo y tendido de las políticas monetarias y de la reforma fiscal de aquella Casa Blanca, pero lo que convirtió al libro en una sensación fue le revelación de que Nancy transmitía a Reagan opiniones basadas en la lectura de las cartas y los astros que le hacía una confidente suya de San Francisco. La historia del hombre más poderoso de la Tierra dejándose influir por una astróloga hizo verter ríos de tinta en todo el mundo.
Las relaciones del hombre que controlaba al acceso al Despacho Oval con la mujer adorada por el presidente fueron explosivas desde el momento en que Regan dejó el Tesoro para convertirse en mano derecha de Reagan. Teniente coronel de marines en la reserva, Regan ejercía el mando con sutileza castrense. Le sirvió de mucho en Wall Street, donde llegó a ser el primer ejecutivo de Merrill Lynch en 1971, posición que mantuvo hasta dar el salto a la política tras ampliar y dar calado a las actividades de la firma financiera. En 35 años en Wall Street amasó una fortuna de 30 millones de dólares y su saber hacer financiero fue muy valorado entre 1981 y 1985 en el Tesoro. En aquel año se produjo un llamativo intercambio de carteras con Howard Baker, que abandonó la jefatura del Gabinete para ocuparse de la economía, mientras Regan recorría el camino inverso.
Su ordeno y mando del Tesoro no valía en la Casa Blanca tutelada por Nancy, donde pronto saltaron chispas. Una de las que más quemó al jefe del Gabinete fue el telefonazo en el que la primera dama le exigió con cajas destempladas que renunciara a viajar en un helicóptero de la Casa Blanca hasta el hospital en que el presidente fue operado de cáncer en julio de 1985. Regan acudió en coche.-
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.