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Crónica:LA CRÓNICA | NACIONAL
Crónica
Texto informativo con interpretación

La "doctrina del equipo"

Soledad Gallego-Díaz

La "doctrina del equipo" se extiende como una mancha entre algunos sectores del Partido Popular y del Gobierno según se va acercando el momento de anunciar quién será el sucesor de José María Aznar como candidato a presidente del Gobierno y a máximo dirigente del PP. La idea es que Aznar no nombrará exactamente un sucesor, sino "un sucesor y un equipo", un grupo de personas que irán "pegadas" al candidato sin posibilidad de separación y que tendrán tanta importancia como el propio designado.

La doctrina está enraizada en muchos sectores del PP, de distinta procedencia, pero sobre todo en zonas muy próximas al presidente del Gobierno. Eso hace suponer que José María Aznar se siente a gusto con el proyecto o que, por los motivos que sean, permite que se extienda dentro del PP.

Los contrarios temen que el candidato pueda encontrarse limitado a la hora de rodearse de colaboradores propios en el PP y, si llega el caso, incluso en el Gobierno

Animar a los partidarios

Lo que parece claro es que Aznar no está haciendo nada para desanimar o corregir esos rumores. Por el contrario, el secretario general del PP, Javier Arenas, los ha alentado al decir en público, inmediatamente después del 25-M, que el equipo electoral popular es intocable, que serán ellos mismos los que diseñarán la campaña de 2004 y que ese grupo cuenta con que Aznar participe de manera decisiva en la misma.

Lo que no está tan claro es que se trate de un pacto negociado con el eventual candidato y tampoco hasta qué punto esa persona puede sentirse cómoda con un proyecto parecido. Si la doctrina del equipo se consolida, el sucesor de Aznar se encontraría con una maquinaria formidable a su servicio, pero también con mucha menos capacidad de maniobra de la que tuvo el actual presidente del Gobierno para diseñar no sólo equipos, sino también programas o propuestas. El candidato se puede encontrar, de hecho, bastante limitado a la hora de rodearse de colaboradores propios en la dirección del partido e incluso, si llega el caso, en la formación de un Gobierno.

"Una cosa es un proyecto de continuidad y otra un candidato a presidente del Gobierno que se presente como la simple prolongación de otra persona. Eso puede no funcionar", comenta un importante ex dirigente centrista.

"La doctrina del equipo", reconoce ese veterano político, "es siempre importante cuando se produce un cambio de liderazgo porque siempre hay un grupo de personas que tiene que buscar una salida para asegurar su futuro político. En este caso, además, hay algunos que dependen directamente del propio Aznar porque no han hecho una carrera política convencional dentro del partido".

Pero, según su análisis, exagerar esa doctrina puede terminar provocando más problemas de lo que parece. "Si el candidato del PP gana las elecciones, lo lógico es que reclame el mérito para sí mismo, y no para un equipo que ni tan siquiera es el suyo. Y no conozco a ningún presidente del Gobierno que no se crea con derecho a olvidar sus deudas con los propios compañeros". "Si esa doctrina llega a cuajar, querrá decir que Aznar sigue mandando mucho dentro del PP y que no ha entregado de verdad el relevo a su sucesor", concluye.

Etapa que acaba

En los entornos de los posibles candidatos populares se niegan a comentar el escenario de un equipo pegado. "Cualquier candidato del PP querrá que Aznar participe en su campaña electoral porque es una ventaja indudable, pero eso no quiere decir que el sucesor de Aznar se llame Aznar", se limita a señalar un colaborador de uno de los vicesecretarios del partido.

La presencia de José María Aznar en la campaña 2004 se da ya por descontada en el entorno de los posibles herederos, pero la doctrina del equipo no resulta tan asimilable. Algunos parecen pensar que una cosa es que los propios candidatos "pacten" entre sí una "red de apoyo y consideración" y otra que el equipo específicamente vinculado a la etapa que ahora acaba exija mantenerse en pie o con cambios casi cosméticos.

"Una cosa es que algunos se estén repartiendo ya los cargos de vicepresidentes o las salidas al mundo empresarial y otra que estén ocupadas también las subsecretarías", ironiza un diputado de procedencia liberal. "Aunque fuéramos capaces de volver a ganar las elecciones, lo lógico sería que en 2004 empezara tambien para el PP una nueva etapa, con nuevas caras (no todas, claro) y con una imagen diferente". Su idea, admite, es radicalmente diferente a la que mantienen los defensores de la doctrina del equipo, entre los que se encuentran, afirma, algunos destacados ministros.

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